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Reportaje:

Comcast se queda sin su princesa

La operadora de televisión renuncia a hacerse con el control de Walt Disney

Brian Roberts, el jefe ejecutivo de Comcast, tendrá que jugar un poco más al golf para refrescar las ideas y definir una nueva estrategia para expandir el poderío del mayor operador de cable de Estados Unidos. En el green fue donde se le ocurrió la idea de casar a su grupo con Walt Disney. Pero el pretendiente se quedó corto en su oferta y al cabo de tres meses la alianza ha sido un fiasco.

Los inversores castigaron duramente la operación: las acciones de Comcast han perdido un 10% desde que se conoció la oferta de compra
Brian Roberts, sin quererlo, ha estado dando un respiro a su homólogo y principal enemigo en Walt Disney, Michael Eisner
La ejecutiva de Disney lo tenía muy claro desde el primer momento y se cerró en banda: no iba a vender la compañía a cualquier precio
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Los inversores de Disney tampoco vieron llegar la carrera alcista en Bolsa que tanto ansiaban en busca de un príncipe azul generoso. Así que el que gana es el controvertido Michael Eisner, que goza de un respiro y podrá dedicarse más a poner orden en el Reino Mágico sin distracciones externas.

Los inversores y la ejecutiva de Disney lo tenían muy claro desde el primer momento y se cerraron en banda: no iban a vender la compañía a cualquier precio y por eso no estaban dispuestos a negociar mientras Comcast no mejorara de forma sustancial su oferta (66.000 millones de dólares, incluida la deuda). Brian Roberts acaba de cometer un error de cálculo básico. El voraz empresario pecó de exceso de confianza y le falló la estrategia para sacar tajada de la rebelión interna en Walt Disney contra su presidente ejecutivo, Michael Eisner. Y tampoco convenció a los suyos para presentar una contraoferta más atractiva que provocara la escisión total.

El propio Roberts reconoce que el error estuvo precisamente en dar por sentado que el consejo de administración de Disney "iba a estar dispuesto a discutir" la oferta de compra de Comcast. El objetivo era concluir la fusión de forma amistosa y con rapidez. Pero no fue así y el pasado 28 de abril Comcast anunció oficialmente que tiraba la toalla en la puja. Un paso atrás poco usual, y más aún viniendo de uno de los ejecutivos con más talento de Estados Unidos. Y como es propio del máximo ejecutivo de Comcast, esta vez tampoco se fue por las ramas ni dio excusas fáciles para justificar la retirada de la oferta. "Era el momento de salirse", dijo sin más.

Sólida posición

"Somos disciplinados y nunca apostaremos contra nosotros mismos", añadió. Los números podrían haber sido un refugio para que Roberts explicara la salida por la banda. De hecho, eligió para hacer público el anuncio de la retirada el día en el que se presentaban los resultados trimestrales de la compañía y que mostraron que la posición financiera de la corporación es muy sólida.

Comcast registró un aumento de los ingresos del 9,8% durante el primer trimestre de 2004, hasta los 4.600 millones de dólares. El beneficio neto asciende a 65 millones de dólares frente a unas pérdidas de 297 millones el año anterior.

Los rivales todavía le siguen de lejos, aunque crezcan más. Time Warner, por ejemplo, registró unos ingresos de 2.040 millones de dólares durante el mismo periodo (11%). Tampoco hay visos de que Warner tenga la intención de expandirse a corto plazo. Quizás puedan surgir nuevas alianzas en el campo de la televisión vía satélite. Pero, a corto plazo, éstas no representan una amenaza seria para los operadores de cable. El problema viene más bien del lado de las compañías de telecomunicaciones por la competencia creciente que están introduciendo en los servicios de acceso a Internet de alta velocidad.

Lo que dejó atónita a la industria del entretenimiento en Estados Unidos hace tres meses fue precisamente que Comcast anunciara a bote pronto una unión con Disney para ir más allá del negocio tradicional del cable y extenderlo hacia el de los contenidos y la distribución. La ambición de convertirse en un gigante mediático a la altura de News Corp, que preside Rupert Murdoch, y que ahora traslada su base operativa a Nueva York, se queda de momento aparcada. El matrimonio Comcast-Disney era una operación en la que nunca creyó Wall Street. El fiasco se hizo aún más evidente una semana después tras el rechazo directo y en un tono muy agresivo de la oferta por parte de la ejecutiva de Disney.

Brian Roberts intentó ridiculizar el papel de su homólogo en Disney, Michael Eisner, al afirmar que sus opiniones sobre la OPA no tenían credibilidad alguna porque sus días estaban contados. El efecto fue nulo y en lugar de corregir la situación, los inversores castigaron duramente los títulos de Comcast. Desde el día en que se hizo pública la oferta hasta que se retiró, las acciones del operador de cable han perdido un 10% de su valor. Un hecho al que Roberts no da mucha relevancia porque dice que en situaciones como éstas "es normal que unos títulos ganen y otros pierdan". Ahora suben.

Lo cierto es que las luchas internas en el Reino Mágico no facilitaron tanto las cosas como hubieran deseado los estrategas de Comcast en su sede en Filadelfia. Y tampoco llegó la carrera alcista en Bolsa que tanto ansiaban los inversores en Disney para subir el valor de la compañía en la puja, como sucediera cuando la operadora de telefonía móvil AT&T Wireless se declaró en venta.

Comcast se quedó literalmente como el único príncipe dispuesto a participar en el baile. Pero ante el brutal rechazo de la dama y la caída en Bolsa, la única elección que tenía era la de retirarse de la puja en solitario en la que estaba metida.

Sin quererlo, Brian Roberts le estaba dando además un importante respiro a su homólogo y principal enemigo en Disney, Michale Eisner, que ahora no tendrá que prestar atención al asalto externo y podrá dedicarse a solucionar los problemas que se viven entre las paredes del Reino Mágico. Porque no hay mayor enemigo para un consejero delegado que las distracciones externas. Eisner está sobreviviendo a duras penas a la revuelta interna lanzada por Roy Disney, el sobrino del fundador, Walt, y está bajo una enorme presión para mejorar los resultados de la compañía. Las cosas vuelven a estar así como hace tres meses.

Pero la nueva situación no ayuda a solucionar los problemas internos ni callará las acusaciones que se están lanzado contra su forma de llevar el negocio, lo que le costó la presidencia ejecutiva. Roy sigue batallando por hacer caer la cabeza de su antiguo compañero en la ejecutiva.

El gran problema sigue siendo encontrar a un sustituto adecuado de Eisner y del actual presidente de Disney, George Mitchell. La incógnita está en saber, además, si Eisner renunciará definitivamente a su cargo cuando expire su contrato en 2006. Los disidentes dicen que la única manera de salir de la crisis es con una nueva dirección.

Nuevas vías

Entretanto, Comcast sigue buscando las vías para expandir su negocio de cable. Brian Roberts prefiere no mirar atrás y dice que es el momento de "seguir adelante", a pesar de que lamente lo sucedido, como muchos accionistas. Pero si el operador de cable quería tanto a Disney para reforzar su poder, ¿qué es lo que va a hacer ahora? ¿Sigue apostando por los contenidos? ¿O va más allá? Una presa fácil podría ser la legendaria Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), que ahora parece estar otra vez en venta. Pero Roberts dice que los contenidos no son suficientes para hacer crecer su red de cable. Por lo menos a corto plazo. La clave está en la distribución.

Adelphia Communications podría ser una opción que encajaría en sus planes, pero Time Warner podría tener más opciones en la puja. El problema mayor es que la OPA fallida sobre Disney puede acabar pasando factura a la imagen de Comcast ante nuevas adquisiciones, como señalan algunos inversores, así como a la reputación y credibilidad de su máximo ejecutivo. El fiasco, de hecho, plantea importantes dudas entre los analistas sobre la estrategia que va a seguir Comcast. Otros no son tan dramáticos y prefieren ver la operación como un intento para aprovechar una oportunidad que al final no pudo materializarse. Los inversores sólo confían en que desde la ejecutiva se haya aprendido la lección.

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