El 1º de mayo

Como cada año, los trabajadores hemos salido a las calles para reivindicar mejoras en nuestras condiciones laborales y con ello mejorar nuestras condiciones de vida y la de nuestras familias. Unas justas y necesarias demandas que todas las administraciones, sean del color político que sean, deben tener en cuenta como referente de los cambios de la sociedad española y andaluza.

En cualquier caso, este año no ha sido una manifestación más y no ha podido serlo por el triste recuerdo hacia todas las víctimas del 11-M, inocentes que en su mayor parte eran, no lo olvidemos, trabajadores que iban en ese tren de muerte camino a ganarse, en muchos casos a mal ganarse, el pan de todos los días. La solidaridad con todas esas familias y el grito unánime en contra de cualquier terrorismo y de cualquier guerra tenían que ser, por tanto, parte fundamental del manifiesto conjunto de los sindicatos. Y no sólo en España sino también en toda Europa, en una Europa que ya ese mismo día se ampliaba a 25 países llenos de trabajadoras y trabajadores con urgentes necesidades a solucionar.

Para mí, éste ha sido uno de los primeros de mayo más tristes que he vivido en la calle pero, al mismo tiempo, también uno en los que la unidad de todas y todos parecía más visible que nunca mientras las notas de La Internacional y del Himno de Andalucía sonaban con más fuerza que nunca.