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Columna
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P´alante

Javier Arenas, con aires de campeón, como debe ser, le ha tomado el pulso a sus mesnadas en las ocho provincias. Está contento. Y se le nota. En la feria de abril, abrazo va, abrazo viene. Beso por aquí, guiño por allá. Tablas no le faltan. Y encima, llega Rajoy y le bendice. Al líder del PP se le atraganta Andalucía; se le nota en la cara. Los besuqueos y la entrada que le organizaron en La Maestranza no es lo suyo. Pero, bueno, a todo se acostumbra uno. Si Rajoy le da por venir más a Andalucía, tendremos a Chaves hasta el día del juicio final.

Tampoco es que tenga mucho que decir a los andaluces. Cuando estaba en el Gobierno pudo hacerlo y miró para otro lado, más o menos como Arenas. Pero, en fin, esto es historia. Arenas proclama a los cuatro vientos, como un nuevo Moisés bendecido por las tablas del decálogo, la buena nueva. Su mensaje ya es más simple y más directo. Bajó del Sinaí y en Jaén, no podía ser en otro lugar, llamó a la guerra santa: p'alante y con pancarta en cabecera. San Mateo lo escribe, en palabras de Jesús a los apóstoles: "id, pues, y hacer discípulos a todos los pueblos". Arenas ya está en ello.

Hay que echarse a la calle, tomarla, como ya le enseñó su gran maestro, don Manuel Fraga y se supone que Arenas le habrá pedido permiso a su otro mentor y gran maestre, José María Aznar, para promover la política de pancarta que el mismo Arenas y no digamos Aznar le reprochaban a Zapatero. Arenas, al tiempo, irá dejando en la cuneta la tropa de la señora Martínez. No le vale. Tal y como ha hecho Rajoy con los hombres y mujeres de Arenas en Génova.

Pero Arenas, listo entre los listos, se ha sentado con Chaves y acepta trabajar en propuestas a las que no hace poco tiempo le hacía asco. Sabe Arenas que es muy dura la intemperie y que los desiertos -para quien lleva más de ocho años en coche oficial- están llenos de alacranes. Y ahí está el problema, entre la política de pancarta y el matuteo o la sensatez y lo posible. ¿Cuál será el futuro? Andalucía y los andaluces necesitan una derecha fuerte y consolidada, siquiera sea para que algunos socialistas dejen de mirarse el ombligo y mear Varón Dandy cada mañana. Es de muy mal gusto.

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