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Columna
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Derechos

El defensor del Pueblo, Enrique Múgica, ha denunciado la falta de medios de salvamento marítimo en el naufragio de la patera de Rota con 37 inmigrantes ahogados. ¿Qué pasó exactamente el dramático día 25 de octubre en la Bahía de Cádiz? La pregunta sigue flotando en el viento y por algún lado del silencio surgen impertinentes otras dos preguntas inquietantes: ¿Qué habría pasado de no ser una patera con inmigrantes? Y si el que hubiera naufragado hubiera sido un barco legal con 37 españoles a bordo ¿estaríamos a estas alturas sin saber exactamente por qué falló todo? Impertinentes preguntas ya digo. El PSOE pidió en su momento una comisión de investigación para aclarar el caso, pero el nuevo subdelegado del gobierno en Cádiz que había asegurado impulsar la creación de esa comisión, vio el martes como el delegado del Gobierno negaba la investigación. Dice el delegado que de ninguna manera se reabrirá el caso. Seguro que la intención de las organizaciones humanitarias, que habían expresado su contento por la anunciada decisión del nuevo subdelegado, no era la de la revancha; seguro que es mucho mejor no tener ese espíritu y no hacer durar los asuntos en los que el anterior gobierno tuvo responsabilidades, como si el tiempo se hubiera detenido y no estuviéramos en otras, que estamos. Seguro que tanto en este asunto como en el de los acontecimientos también trágicos del doloroso 11-M hay que ser prudentes para no convertir la investigación en ansia de revancha, ni intención visceral de hacer pagar por asuntos pasados a quienes ya no está en el gobierno, precisamente porque han pagado en las urnas sus errores. Pero en todo caso, los ciudadanos tanto en lo relacionado con el dramático atentado del 11-M, como en el del naufragio de la patera en Rota, tenemos derecho a saber. No es cuestión de revancha, es cuestión de derechos, es que una sociedad democrática lo es más cuanto más y mejor informada está. Los ciudadanos tenemos derecho a saber y ese es el principio que debe guiar la intención de que se investigue con luz y taquígrafos y al tiempo, que sepamos todos que se sacan, también con luz y taquígrafos, las conclusiones precisas para prevenir desgracias tan insoportables como la ocurrida a 200 metros, sólo doscientos metros de la costa, el 25 de octubre de 2003.

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