Zapatero pone el regreso de las tropas de Irak como prueba de que cumplirá sus promesas
El presidente se propone "unir a todos los españoles" igual que ha conseguido unir al PSOE
El cumplimiento de las promesas debe formar parte de la vida española, y en ese afán se va a empeñar el secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Ayer, en el 125º aniversario de la fundación del partido, Zapatero garantizó que él sí va a llevar adelante "todos" sus compromisos, porque "se han acabado los engaños". Como prueba citó el regreso de las tropas destacadas en Irak. "No tenían que haber ido y por eso tienen que volver cuanto antes", proclamó el presidente, que clamó contra "las guerras preventivas y la vulneración de la legalidad internacional". En su primer acto de partido como jefe del Ejecutivo, se felicitó de la unidad del PSOE y expresó el deseo de que el mismo clima reine entre todos los españoles.
"Vamos a llevar adelante todos nuestros compromisos. Se acabaron los engaños"
Han transcurrido siete semanas desde las elecciones generales y los socialistas todavía tienen muchas ganas de celebrarlo. Y este deseo se notó ayer nítidamente cuando el PSOE congregó a sus militantes y simpatizantes en Madrid para celebrar el 125º aniversario de la fundación del partido. El acto sirvió también para dar el primer baño de multitudes al cabeza de lista al Parlamento Europeo, José Borrell, y al resto de los candidatos a las elecciones del 13 de junio. Pero, sobre todo, militantes y simpatizantes socialistas querían aclamar al líder, José Luis Rodríguez Zapatero, y, de paso, vitorear a los dirigentes socialistas de ayer y de hoy. Como siempre, Felipe González se llevó la palma del entusiasmo.
Las 15.000 personas que se dieron cita en el Palacio Vistalegre de Madrid escucharon de Zapatero recordar pronósticos que él hizo en ese mismo marco hace año y medio, como el de ganar las elecciones, y la reafirmación de que cumplirá todos los compromisos que ha contraído con los ciudadanos. La retirada de las tropas españolas de Irak fue el primer ejemplo práctico que citó.
"Hemos demostrado que somos un Gobierno autónomo, libre y soberano retirando las tropas de Irak". Casi no pudo terminar la frase porque el auditorio comenzó a corear un "¡no a la guerra!" que se repetiría en varias ocasiones más, cada vez que Zapatero, y antes el presidente del PSOE, Manuel Chaves, y José Borrell, mencionaban la palabra paz.
"Vamos a demostrar como partido que cumplimos nuestras promesas, vamos a llevar adelante todos nuestros compromisos. Se acabaron los engaños (...) Se inicia una etapa en la que se hará honor a la palabra dada". Esta aseveración fue la que Zapatero quiso subrayar más al hablar de la retirada de las tropas, en presencia de todos sus ministros, incluido el de Defensa, José Bono, que le escuchaban con atención en primera fila. Para las áreas de todos y cada uno hubo una mención.
"Me comprometí a que las tropas volvieran a casa y están volviendo. No tenían que haber ido, por eso tienen que volver cuanto antes", dijo. Y de nuevo tronó el "¡no a la guerra!". "Nuestros soldados han tenido un comportamiento digno y ejemplar. Ellos no eran el problema, sino quienes les mandaron". Y continuó Zapatero rememorando los orígenes de la disputa política y social por la actitud frente a la guerra. "Se basaron en razones falsas para ir a la guerra y ha resultado que esa misión está siendo un fracaso y que tendría que servir a la comunidad internacional para que nunca más haya guerras preventivas que vulneren la legalidad".
La gente aplaudía a rabiar y el alto representante de la Política Exterior Europea, Javier Solana, atendía con gesto grave. Momentos antes, Zapatero y Solana se habían abrazado y, al final del acto, el segundo subió al estrado con la plana mayor del socialismo español.
"Me comprometí..." y "hemos cumplido", fueron las coletillas con las que Zapatero comenzó la enumeración de sus promesas cumplidas en estos pocos días de gobierno. La mayoría, en torno a nombramientos y a primeros anuncios de proyectos. Zapatero quiere mantener, además, un ritmo muy alto de actividad para que sea visible que el cambio va en serio, aunque algunas de las promesas que ayer recordó no se plasmarán completamente hasta que no termine la legislatura.
El jefe del Ejecutivo confirmó su compromiso de modificar las leyes laborales para poner freno a la precariedad laboral, aunque sin fijar una fecha, y anunció una reunión con sindicatos y patronal para hablar de estas reformas. El secretario general del PSOE dedicó este apartado al secretario general de UGT, Cándido Méndez, sentado en primera fila. El líder ugetista, como todos los militantes del sindicato, comparte fundador con el PSOE, Pablo Iglesias, un santo laico, como le denominó en los años veinte José Ortega y Gasset.
En el acto de ayer se pudo apreciar que es un hecho la recuperación de la unidad de la familia socialista, aunque cada parte mantenga las distancias y la autonomía. Cándido Méndez y Rodríguez Zapatero mantienen una relación personal estrecha. El líder ugetista confió desde el primer momento, cuando casi nadie lo hacía, en el joven secretario general. Pero el acercamiento entre el PSOE y la UGT fue tarea que ya comenzó el anterior secretario general, Joaquín Almunia, hoy comisario europeo, a quien Zapatero dedicó elogios y para quien pidió el reconocimiento por su actitud "valiente y comprometida" para dirigir el PSOE en plena crisis y cuando eran escasas las expectativas de triunfo. El público aplaudió cálidamente a Almunia, que respondió con una sonrisa emocionada, sentado también en la larga primera fila de dirigentes socialistas.
Zapatero siempre fue "de Almunia", cuando éste se enfrentó con José Borrell por la secretaría general del PSOE. Esa circunstancia no impide al actual secretario general reconocer a cada uno valores y cualidades, y estimar que Borrell es un magnífico candidato para las europeas. Así lo proclamó tras escuchar el discurso de éste, que hizo una profesión de fe europeísta y un canto a la defensa de la paz frente a los totalitarismos y a los valores y principios de la socialdemocracia. Zapatero siempre ha tenido la conciencia de que en su camino hacia la secretaría general del PSOE, que alcanzó todavía no hace cuatro años, tuvo el apoyo de Almunia y de Borrell.
Pero ayer todos demostraron que están con Zapatero. El público acogió el abrazo entre el presidente y Bono, ahora ministro de Defensa y adversario en la disputa del liderazgo hace cuatro años, con un cerrado aplauso, así como todos y cada uno de los saludos afectuosos que dispensó a decenas de dirigentes socialistas. Todos los presidentes autonómicos socialistas, alcaldes, concejales, altos cargos, diputados y senadores fueron saludados por el jefe del Gobierno. Zapatero notó que a los militantes y simpatizantes socialistas les gusta que sus dirigentes no se peleen.
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