El pirómano
El actual líder del PP español, Mariano Rajoy, acudió a Valencia a apagar el incendio provocado en el PP valenciano por el pirómano Eduardo Zaplana. Y lo hizo acompañado por Acebes y Michavila, de su equipo de confianza. Parece ser que sofocó el incendio, aunque no del todo. Han quedado humeando algunos rescoldos que pueden reavivarse en el próximo congreso del PP valenciano a celebrar en otoño. Los señores del PP sabrán lo que hacen. Es cosa suya.
Sucede, sin embargo, que en Valencia existen otros incendios, de los que se hace eco la prensa estos días, que traen causa de actuaciones anteriores de Zaplana, cuando fue presidente, y que afectan, no tanto al PP como a los ciudadanos en general y a determinadas instituciones en particular. Me refiero, en primer lugar, al incendio financiero que sufre Terra Mítica, y que las cajas de ahorro valencianas -Bancaja y CAM- están tratando de apagar, con el fin de de ver si pueden salvar de la catástrofe parte de sus muy importantes inversiones y créditos concedidos al parque temático, obra surgida de la megalomanía del ex presidente de la Generalitat. Cosa difícil, a lo que parece, pues tanto Bancaja como CAM dan por perdido el 100% de su inversión. El Consell, a través del titular de Economía, Gerardo Camps, está pidiendo el apoyo de la oposición para tratar de solucionar el embrollo financiero. Y todavía existe otro incendio, el que padece la Televisión Valenciana por causa de su programación pornobasura y el escándalo que ha organizado. Un incendio que sería fácil de apagar si el presidente del Consell tuviese voluntad política. Sólo bastaría con aplicar la ley de creación de RTVV. Y mientras esto sucede, mientras las cajas intentan apagar el incendio de Terra Mítica, y el Consell no se atreve con la basura de Canal 9, el pirómano culpable vino a Valencia, el miércoles, para vigilar que en la remodelación del Comité Ejecutivo del PP, los centuriones vicarios que cuidan de sus intereses no perdiesen poder y obtuvieran una buena representación. Conseguido el objetivo, se volvió a su querido Madrid. Y en avión privado, claro. Que así se las gasta el mozo. ¿O ustedes qué se habían creído?
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