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Al Qaeda, sospechosa de los ataques en un barrio de Damasco

El Gobierno sirio guarda silencio sobre la autoría del atentado que causó 4 muertos

Damasco se despertó ayer dolorida y conmocionada después de una tensa noche en la que un comando terrorista atacó el barrio de Mezzeh, donde colocó una bomba y provocó un tiroteo que causó la muerte de dos personas. Dos miembros del comando fueron abatidos, y el resto, detenidos. A pesar del silencio de las autoridades y la ausencia de reivindicación, la mayoría de los analistas tienen el convencimiento de que detrás del ataque se esconde Al Qaeda.

En plena madrugada, horas antes de que el ministro de Turismo, Saadalah Agha al Qaala, en nombre del Gobierno sirio, lanzase a la opinión pública local e internacional un mensaje de tranquilidad -"Siria es un país seguro", "este incidente no tendrá ninguna consecuencia sobre el turismo" y "éste ha sido un acto aislado"-, el Ministerio del Interior y el de Defensa habían desplegado por la mayoría de las calles y avenidas centrales de la capital importantes contingentes de la fuerzas de seguridad, reforzando de esta manera los controles habituales en la ciudad.

Los refuerzos de la policía eran más importantes e impresionantes que nunca en los alrededores de la Embajada de Estados Unidos y de la antigua delegación de Irak. La representación diplomática norteamericana se ha convertido en los últimos veinte años en un punto de confluencia de todas las manifestaciones y protestas, la más importante de las cuales tuvo lugar en 1998, cuando un grupo de jóvenes asaltó el edificio, entró en las dependencias privadas del embajador estadounidense y quemó su biblioteca. Los destacamentos policiales se habían reforzado también en la carretera de 45 kilómetros que une Damasco con la frontera libanesa y que antes de salir de la capital parte en dos el barrio residencial de Mezzeh, el mismo donde se registraron los incidentes de la noche anterior.

En plena oleada de conmoción, la Embajada estadounidense anunciaba ayer el cierre durante veinticuatro horas de sus oficinas y la paralización de sus actividades, presumiblemente para revisar todos los sistemas de alerta y seguridad. De manera mucho más discreta, otras representaciones y delegaciones diplomáticas, la mayoría de ellas situadas en el barrio de Mezzeh, también suspendieron sus actividades, incluida la Embajada de Canadá, que sufrió daños mínimos en una ventana y la puerta principal como consecuencia de la explosión de un artefacto el martes.

Las primeras declaraciones oficiales de los dirigentes sirios tratando de minimizar los incidentes, aunque asegurando que su país "es también un objetivo de los grupos terroristas", que, según un portavoz del Ministerio del Interior, "tratan de desestabilizar el país y sembrar la anarquía", fueron acompañadas de unas imágenes de la televisión estatal en las que se mostraba un alijo de armas, que los activistas habían depositado en una casa situada en Jan al Chich, a unos 25 kilómetros al sur de Damasco.

Sin aclaración oficial

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Ninguna de las declaraciones oficiales sirvió, sin embargo, para aclarar lo sucedido o descifrar las razones y la filiación política de los atacantes. A pesar de este silencio, la mayoría de los comentarios oficiosos y de los analistas señalaban directamente a la organización terrorista internacional Al Qaeda. De antemano se había descartado la posibilidad de que rebeldes kurdos o activistas relacionados con los Hermanos Musulmanes estuvieran involucrados en el incidente.

Imad Suhoueibi, uno de los analistas políticos más prestigiosos de Damasco, fue el más directo y claro al acusar sin miramientos a la organización de Bin Laden: "Yo creo que Al Qaeda ha querido lanzar a los norteamericanos un mensaje con esta explosión; que son capaces de alcanzar cualquier objetivo, incluido un país tan seguro como Siria".

Una mujer mira a través de los cristales rotos de un edificio de Damasco.
Una mujer mira a través de los cristales rotos de un edificio de Damasco.AP

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