Dos tiempos, dos miradas
La reforma del paseo de Colom y del Moll de la Fusta, que está a punto de acabar, revitalizará una zona histórica de Barcelona
Los holandeses son admirados por haber convertido en una gran porción de tierra lo que antes era mar. A pequeña escala, al paseo de Colom, en Barcelona, le pasa algo parecido. A base de ganar terreno al mar, fue haciéndose más ancho y más denso. En las imágenes antiguas (véase la foto inferior) se aprecia que cuando las murallas oprimían la ciudad, el paseo discurría paralelo al muro y unía la Ribera con Montjuïc y el Raval.
Una mirada a la imagen tomada en 1860 revela que aún no existía el monumento a Colón ni la cúpula redonda con la Virgen de la Mercè, y sí, en cambio, el campanario de la iglesia.
En el paseo,
ampliado hoy con el Moll de la Fusta, está a punto de concluirse una nueva reconversión, que ya se dibuja en la imagen superior. Se han derribado los restaurantes construidos antes de los Juegos Olímpicos y en su lugar aparece un paseo más clásico, con nuevos árboles y pavimento, pérgolas, áreas de sombra y bancos orientados al sol de Levante.
El objetivo de las deslumbrantes obras que se realizaron allí antes de 1992 era convertirlo en una zona de paseo y de ocio nocturno, pero el intento fue vano. Una parte del tráfico se desvió al subsuelo en la Ronda Litoral, pero ha sido un lugar solitario, sobre todo de noche. Y los chiringuitos que se instalaron fueron cerrando uno tras otro. La reforma hace un guiño al pasado reciente porque mantiene el esqueleto de los chiringuitos y el monumento a la gamba, diseñado por Javier Mariscal, que adornaba uno de los restaurantes, según destaca el Ayuntamiento.
La mejora de la zona llevada a cabo por el Ayuntamiento democrático a partir de 1979 ha sido espectacular. Hasta el año 1961 siguieron allí los antiguos tinglados, ocupando lo que hoy es el Moll de la Fusta. En 1966, todos los tinglados habían desaparecido, pero el Moll de la Fusta siguió cerrado al público hasta hace dos décadas. Para la memoria queda que hasta los primeros años de la década de 1980 el tren de mercancías aún circulaba sobre el actual aparcamiento subterráneo.
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