Pleno infantil en Sevilla
El 20 de abril, niños de 14 grandes ciudades acudieron a los ayuntamientos para presentar sus propuestas en el marco de la Campaña Mundial por la Educación protagonizando plenos extraordinarios con el fin de expresar sus inquietudes ante los problemas que acarrea la enseñanza.
Uno de esos plenos tuvo lugar en el Ayuntamiento de Sevilla, el escenario de una situación esperpéntica y que a todos nos debería dar vergüenza ajena, sobre todo por la confianza que le hemos otorgado a los señores concejales para que velen por una mejor educación en los centros escolares, los cuales, según cuentan algunas crónicas, no dudaron en levantarse y, acuñando una expresión propia de los chicos y chicas de esta edad, "darse el piro" y a otra cosa mariposa, con lo cual se demuestra que a la mayoría de los concejales no les interesa los problemas de los jóvenes y la necesidad de que la sociedad tenga un papel más activo en el marco educativo. Tan sólo se quedaron unos pocos hasta el final, tomando nota y atendiendo educadamente, aunque esto no hay por qué alabarlo puesto que era su obligación y no simplemente un gesto de cortesía para quienes visitan la casa consistorial para participar en un acto extraordinario.
En definitiva, la espantá obedece al sentimiento de necios e ineducados para los que no es menester escuchar y atender las propuestas de quienes tienen mucho que decir y se preocupan no sólo por su futuro sino también por el de los más desfavorecidos, para quienes la educación parece una meta inalcanzable en muchos casos. Todo esto demuestra lo equivocados que estamos al pensar que los niños sólo dicen tonterías y a lo que deben dedicarse es a estudiar.
Las propuestas de los más de 50 chicos que se dieron cita en este pleno bien podría servir de ejemplo para programas políticos estancados en la hipocresía, atonía y falta de compromiso con los ciudadanos, pero eso a los señores concejales no les interesaba. Quienes hablaron en pos de la buena educación se encontraron con la mala educación de los mayores, ¡qué cosas tiene la vida!
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