Atraco en los túneles
¿Estaría dispuesto a pagar precios de restaurante de lujo por una comida destemplada, una atención pésima y un entorno sucio? Eso es lo que hacemos los usuarios de los túneles de Vallvidrera casi todas las mañanas. El asunto roza el esperpento cuando la cola permanece varios minutos sin avanzar un ápice incluso antes de pagar el peaje del que no hay escapatoria. Abonar casi tres euros por ir por una vía rápida de apenas 12 kilómetros más que amortizada es vergonzoso. Hacerlo por un servicio que no ofrecen es un atraco.
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