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Crónica:FÚTBOL | 34ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

La fortuna visita al Celta

Un gol en propia puerta hunde a Osasuna ante un rival renacido

La suerte, esa enemiga que durante toda la temporada ha engordado con las desgracias del Celta, que le torció la cara cada vez que la necesitó, le devolvió ayer una porción de lo arrebatado. Las desgracias fueron para Osasuna, y dejaron una sensación inédita en Balaídos, que ya no esperaba nada relacionado con la fortuna. A este Celta reinventado que se asoma al área enemiga una vez cada media hora le apretaba la sensación de saber que con defenderse no basta. Viene de tan abajo que el empate es agua entre las manos, pero su falta de gol se compensó con un regalo del azar, que quiso que Muñoz encajara en su portería un potentísimo despeje. Fue suficiente para un equipo que al fin ha echado el cerrojo a su portería.

CELTA 1 - OSASUNA 0

Celta: Cavallero; Velasco, Méndez, Berizzo, Juanfran; Oubiña (Luccin, m. 67), Giovanella (José Ignacio, m. 83); Ángel, Edu, Gustavo López (Ilic, m. 61); y Milosevic.

Osasuna: Sanzol; Izquierdo, Cruchaga, Josetxo, Antonio López; Valdo (Rivero, m. 78), Muñoz, Pablo García, Moha; Bakayoko (Alfredo, m. 53) y Webo (Morales, m. 61).

Goles: 1-0. M. 49. Muñoz marca en propia puerta, al intentar despejar un balón en el área.

Árbitro: Muñiz Fernández. Amonestó a Oubiña, Giovanella e Ilic.

Unos 17.000 espectadores en el estadio de Balaídos.

Suma el Celta cuatro partidos sin encajar un gol, tantos como los que han pasado desde que de su vestuario se encargaron dos interinos de la casa. Construido desde atrás y sin prácticas de riesgo, el gol de Muñoz era justo lo que necesitaba. No alivió el sopor de un partido plomizo, pero Balaídos no está para alardes, y ha comprendido que si en algún momento puede reinar la doctrina de los resultados debe ser ahora, cuando su equipo va el penúltimo y se le agota la temporada. Por eso celebró el resultado con pasión desbordada, y selló la definitiva reconciliación con sus jugadores.

El partido no tenía buena pinta. Osasuna es hoy un conjunto contraindicado para el Celta, porque le recuerda todo lo que un día fue. En un campo convertido por los gallegos en una trinchera, Osasuna cosía con mezcla de velocidad y paciencia, lo que le daba al Celta un aire nostálgico, desmejorado en su papel de rival incómodo frente al espejo de su pasado. En ese austero cuadro que forma el Celta, Edu es el único brillante que engalana su atuendo. Liberado de lesiones y ostracismos, el brasileño le pone a su equipo gotas de eso que llaman duende. Rodeado de compañeros de escaso fuelle físico, y en un diseño en el que no se autorizan ayudas de los defensas, el Celta en ataque se llamó Edu. Estuvo en todas las batallas, y fue su obcecación la que alumbró el balón que Muñoz incrustó en su portería. Quedaba más de media hora, pero sólo sirvió para certificar que la del Celta ya ha dejado de ser aquella defensa de sainete.

Berizzo gana un balón aéreo a Morales.
Berizzo gana un balón aéreo a Morales.EFE

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