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Una experiencia intermitente

Cualquiera que tenga la curiosidad de hojear un currículum de los actores o directores valencianos que salieron a escena hacia finales de los 80 verá que casi todos son licenciados por la ESAD en el periodo en que Antonio Díaz Zamora era director de la Escuela y apenas si había otra escuela que la de las tablas para salir a escena.

De esa Escuela Superior salió, en su mejor momento, una pléyade de actores y directores que supuso en buena medida el recambio del teatro independiente de los años 70 y que poco a poco fue consolidándose en la formación de compañías con voluntad de estabilidad, como Pavana, Albena o muchas colaboraciones de Moma Teatre. Hay que decir que ya en su época de gloria, la ESAD suministraba más expertos en lectura textual, trabajo actoral o dirección escénica que practicantes de danza contemporánea, una disfunción agrandada con el tiempo.

Es posible que la firme voluntad de los primeros pupilos licenciados de Díaz Zamora por acceder a la regularidad escénica haya hecho de tapón para las promociones posteriores, por aquello de los límites del mercado en periodo de transición. Pero también es cierta la indefinición pedagógica de una ESAD que ha privilegiado ciertos aspectos de la enseñanza teatral sobre otros, en un contexto en el que se requería tal vez de un repertorio integrado y susceptible de abarcar en sus programas el mayor número posible de enseñanzas escénicas.

La diseminación, debida a factores que llevaría cierto tiempo desentrañar, ha sido letal para la propia ESAD como modelo de referencia, y de ahí que proliferen las escuelas y academias privadas como atajo para acumular una enseñanza previa de destino incierto. Parece claro que el modelo institucional debe cambiar, por ejemplo, en la dirección del Institut del Teatre de Barcelona, entregado a la enseñanza de la multitud de oficios vinculados a la escena, y en el que ex alumnos tan brillantes como Albert Boadella o Joan Font hacen ahora también de profesores. Es esa mezcla entre diversidad y densidad pedagógica lo que asegura la continuidad sin intermitencias de una institución dedicada en cuerpo y alma a la difusión de la enseñanza del oficio escénico.

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