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Columna
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Sordina

La sordina es un aparatito que ajustan los músicos a sus instrumentos para disminuir la intensidad del sonido. Poner sordina en el romance paladino de la calle es, como sabe el vecindario, silenciar un determinado tema, o mirar disimulando hacia otra parte, cuando se alude a un problema, por ver si el respetable público se olvida del mismo. El escritor Samuel Beckett, refiriéndose a los hábitos y costumbres del hombre, indicó que eran como "una gran sordina". El Premio Nobel irlandés planteó en sus obras lo absurdo que acompaña a la condición humana, y lo desapercibidas que pueden pasar muchas de nuestras costumbres envueltas en sordina.

Aquí y ahora, se acuerda uno de la sordina, de Beckett y de lo absurdo de los hábitos humanos cuando sale a la palestra pública Carlos Tovar. Tovar es el munícipe encargado de las cosas de los coches y el tráfico en la capital de La Plana y quiere plantarle cara al caos circulatorio castellonense, a la costumbre absurda y con sordina de aparcar en doble fila, de dejar el cacharro de la gasolina encima de las aceras, en los huecos de carga y descarga, en las esquinas, en las rampas de minusválidos y donde al vecino de turno le da la gana. En una ciudad de calles estrechas, con un trazado urbanístico tan irracional como poco estético, el comportamiento de demasiados conductores es un absurdo convertido en costumbre desde que el progreso nos trajo los coches. Cerca de sensenta mil denuncias, de entre 30 a 60 euros el recibo, repartieron los agentes municipales el pasado año por estacionamiento indebido. Tovar quiere acabar o mitigar la absurda conducta de los estacionamientos indebidos con un mayor control del tráfico y "poniendo las multas que haya que poner". Difícil lo tiene porque aparcar donde a cada le pase por sus reales es ya una ancestral costumbre con sordina. Como ancestral costumbre con sordina es y ha sido urbanizar una ciudad de forma destartalada en gran parte sobre un trazado urbanístico antiguo que respondía a otros siglos.La infracción como costumbre de la que nadie habla, por habitual, y el caos circulatorio estaba servido. Habrá que ver ahora hasta donde llegan los planes de choque en orden a modificar o eliminar tan absurda costumbre que responde al no menos absurdo trazado urbanístico.

Y Beckett y la sordina y la costumbre están también presente por estos pagos en forma de vertederos incontrolados. Por habituales y contidianos también se habla poco de ellos. El portavoz socialista en el consistorio de Castellón rompió el silencio ese otro día para indicarle que la costumbre de depositar la porquería incontrolada donde a cualquier irresponsable le da gana, existe. En la Marjalería, el cauce del Riu Sec, los caminos rurales encuentra el concejal Subías una foto diaria de tan folclórica costumbre, y solicita al equipo de gobierno que acabe con la misma con argumentos tan poco absurdos como racionales como son las motivaciones higiénicas. Desde el equipo de gobierno le contestaron al jefe de la oposición municipal que es harto difícil combatir la irresponsabilidad de los irresponsables. Hablaron de controles y vigilancia y otro ecoparque. Pero nadie habló de denuncias y sanciones de 30 a 90 euros para tanto incontrolado en cuestión de basuras. También una costumbre con sordina.

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