Vino y secuoyas junto al Tormes

Anai Delgado es la joven enóloga que pone rostro a Haciendas de España, un proyecto turístico y vitivinícola recientemente creado por Bodegas Arco y participado por Carlos Falcó, entre otros conocidos bodegueros. Hacienda Zorita, la primera en abrirse, vela el sueño del tinto Durius entre los muros de un convento de dominicos levantado en 1366 a orillas del río Tormes, distante sólo ocho kilómetros de Salamanca, en el término municipal de Valverdón. Sostiene la tradición oral que bajo los signos del unicornio y la esfera armilar se atrajo Cristóbal Colón el patrocinio de fray Diego de Deza, confesor de Isabel la Católica, para su viaje de descubrimiento. Una pista: desde la torre de la capilla se divisa una hilera de secuoyas consideradas las más antiguas de Europa.

Arruinados tras la Desamortización, los edificios conventuales se salvaron in extremis gracias a la intervención del palentino José María Pérez, Peridis, autor de la impresionante cubierta de cuadernas invertidas que da relieve a la nave de barricas. La Casa Grande, convertida en un alojamiento hotelero de primera categoría, lleva a su vez la rúbrica del arquitecto Nacho Lliso, encargado también de la construcción de Hacienda Unamuno, el segundo de los establecimientos previstos en el proyecto Haciendas de España.

Gravedad y ligereza

Zorita hereda de los dominicos la gravedad de sus sillares, en piedra franca de Villamayor, y la ligereza de sus ventanales, abiertos al Tormes, repoblada la zona con arces, cipreses y castaños de Indias inéditos en el yermo castellano. A sus espaldas medrará próximamente un viñedo testimonial de los crianzas Durius, bajo la etiqueta de Hacienda Zorita.

Todo el señorío del viejo monacato se expresa ahora en los aromas del vino, en unos interiores rústicos pero no empalagosos, llenos de sutilezas contemporáneas tales como unos apliques horadados en los muros, el mobiliario de madera, la tapicería de tonos neutros, la presencia del hierro forjado, el barro y las telas gruesas o las pinturas inquietantes de Carmen Pombo y Cristina Sebastián en sucesivos salones rescatados del devocionario claustral.

Con vistas al Tormes, gran parte de los dormitorios evocan las antiguas celdas frailunas con los principales nombres del santoral dominico. Santo Tomás de Aquino, en la cabeza. Otros han sido bautizados con las denominaciones del Duero y sus afluentes: Támega, Águeda y, por supuesto, el Tormes. Las suites más amplias están dedicadas a la figura de Cristóbal Colón; su amigo el capitán García de Barrantes, procurador de la Hispaniola, y su protector fray Diego de Deza. Frente a ellas se perfila a regazo del río el Molino de la Aceña, que se convertirá en la suite principal de la Hacienda el próximo mes de julio.