Símbolos nazis y fuego en el Calderón
El llamado Frente Atlético, el meollo más agresivo y radical de hinchas del Atlético, exhibió ayer símbolos y consignas inconstitucionales. Desde la zona que ocupa este grupo de seguidores se mostraron banderas con cruces esvásticas y águilas imperiales, réplicas de las usadas por el Tercer Reich, y se lucieron pancartas con sentencias racistas, como una que decía "Judíos Bastardos".
La entrada a los estadios de estos símbolos que incitan a la violencia está prohibida, y, a pesar de ello, siguen apareciendo con frecuencia en los recintos deportivos. La muerte por apuñalamiento del hincha de la Real Sociedad Aitor Zabaleta, en 1998, a manos de Ricardo Guerra Garrido, miembro de una banda de neonazis, no puso freno a las actividades reaccionarias en el Calderón ni en otros estadios españoles.
El año pasado, sin ir más lejos, el Atlético fue sancionado por el Comité Español de Disciplina Deportiva porque en el derby se exhibieron banderas nazis y otra parafernalia preconstitucional. Para evitar la pena, el club alegó que es prácticamente imposible controlar el ingreso al campo de toda la parafernalia en cuestión. Debe ser así en todos los campos españoles, pero son los tornos del Calderón los que resultan más permeables.
Las demostraciones de intolerancia llevadas a cabo ayer detrás del gol sur del Calderón no fueron menos virulentas que las de otros años. Los mensajes explícitos, como el ataque a los judíos, fueron un aditivo nuevo de quienes se tapan tras la multitud. El clima de violencia que precedió al partido de ayer no hizo pensar en una mejoría. Las tácticas de guerrilla urbana desplegadas por un grupo de jóvenes en las inmediaciones del campo remitían a cualquier cosa menos a los prolegómenos de un partido de fútbol. En el Paseo de los Melancólicos, donde fue herido de muerte Zabaleta, los reaccionarios quemaron ayer contenedores de plástico para hacer cortinas de humo, arrastraron muebles, saquearon tenderetes y agredieron a la gente, vecinos y aficionados que acudían al campo. La Policía Nacional tardó más de media hora en dispersar a los revoltosos con sucesivas cargas.
Al finalizar el encuentro un grupo de hinchas quemó una fila de asientos de plástico. Una columna de humo negro se elevó al cielo mientras las llamas devoraban las sillas.Ya avanzada la noche, sobre las doce y media, un grupo numeroso de policías seguían patrullando a caballo en las inmediaciones del Manzanares para vigilar la salida de los 400 miembros de la peña blanca Ultras Sur.
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