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Reportaje:OCIO SOLIDARIO | CAMF

Adaptarse a los demás

Manolo Pérez Montero dedica sus vacaciones a acompañar a discapacitados a la nieve o la playa desde hace una década

Tereixa Constenla

Igual que otros salen a la calle a correr, Manolo Pérez Montero, de 27 años, llega a casa y se monta en una silla de ruedas para pasear por su barrio sevillano haciendo caballitos, sorteando barreras arquitectónicas y viendo el mundo de otra manera: "Desde ella se ve otra perspectiva". "Me adapto a las condiciones del barrio, ejecuto el tren superior, veo a la gente aparcada en las rampas y veo cómo me miran con pena", describe.

Lo peor de la experiencia son las miradas de lástima de las personas con las que se cruza, que le ayudan a captar con nitidez la sensación de cualquier discapacitado cuando percibe que está inspirando pena. Lo grandioso es que se arma de razones para obligarles a sacar más autonomía de la que están acostumbrados: "Muchos padres superprotegen a sus hijos, pero se pueden hacer muchas cosas con una discapacidad". Si les obliga a ejercitar algo a lo que están desacostumbrados, no se pueden escaquear: el voluntario sabe perfectamente qué se puede hacer desde una silla de ruedas.

Lleva 10 años ayudando a personas con discapacidad a pasarlo bien como monitor de vacaciones, ya sea en la playa, en el campo o en la nieve, como ha ocurrido recientemente con un grupo que pasó unos días en Sierra Nevada, entre los que figuraba Adnan, el adolescente que le acompaña en la foto. "Yo barajo las cartas y me ato los cordones con una sola mano, estoy suelto en la silla y la cojo 30 minutos, así que intentamos que ganen autonomía en sus vacaciones", dice.

La primera silla que tocó de cerca fue en una discoteca, cuando una amiga le pidió ayuda para que acompañara a un discapacitado al baño. Se hicieron amigos. Fue la primera persona a la que echó una mano durante unas vacaciones para facilitarle la movilidad. Desde entonces, hace ya una década, no ha parado, excepto cuando ha enfrentado momentos de crisis personal. "Para ayudar a una persona tienes que ayudarte a ti primero", destaca.

Para compatibilizar su trabajo como gruísta en una empresa de hierros, en Sevilla, con su labor como voluntario en la Confederación Andaluza de Minusválidos Físicos (CAMF) ha optado por hacer coincidir las vacaciones, de forma que Pérez Montero invierte parte de sus tiempos de descanso en facilitar el de los demás. La razón, explicada por él, parece sencilla: "Me llama más la atención esta gente que mis amigos, con ellos me lo paso bien, pero esta gente te da más de lo que recibe".

Además de ser uno de los voluntarios más antiguos de la CAMF, también colabora con la Asociación de Espina Bífida. Después de una década sabe a ciencia cierta que el voluntariado con discapacitados cansa notablemente. "Los voluntarios aguantan dos vacaciones, no más, porque ven que la gente empeora y que no suele estar muy reconocido su trabajo", indica el sevillano, distinguido en 2003 por su labor como voluntario por la Consejería de Gobernación. Pero de este tiempo lo que que recuerda como hitos no son los premios, si no el día que logró cumplir el sueño de un discapacitado obeso para subir las escaleras del Valle de los Caídos. Entre ocho personas le alzaron peldaño a peldaño. "Cumplió su afán de pasar por encima de la tumba de Franco con el motocarro".

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La estela del 92

La implicación generosa de voluntarios como Manuel Pérez Montero en la labor de la Confederación Andaluza de Minusválidos Físicos (CAMF), una entidad sin ánimo de lucro creada en 1987 y declarada de utilidad pública, facilita la participación de personas discapacitadas en actividades culturales y recreativas como el programa de vacaciones, entre otras.

Gracias a ellos, 450 discapacitados disfrutaron del programa de vacaciones organizadas por la entidad en Semana Santa y verano de 2003. "Tenemos que agradecerles su labor desinteresada porque muchas veces carecemos de recursos para llevar programas a cabo", expone Gonzalo Rivas, secretario general de la CAMF. Estas escapadas incluyen salidas a la nieve y a la playa, que se han ampliado en los últimos tiempos con ofertas de turismo rural.

Cerca de un centenar de personas colaboran como voluntarios con la entidad, si bien la cifra de quienes lo hacen de forma continuada se reduce a la mitad (50). El perfil predominante es el de una persona joven, con edades comprendidas entre los 18 y 25 años). El primer equipo de voluntarios se creó en 1992, con motivo de la Exposición Universal de Sevilla.

La CAMF organiza cursos de formación para reforzar la preparación de los voluntarios según las actividades en las que esté previsto que participen, aunque la mayoría recibe formación en materia de primeros auxilios, habilidades sociales para personas con discapacidad, manejo de silla de ruedas o técnicas de dinámica de grupos.

En 2001, la Consejería de Gobernación distinguió a la CAMF por su labor en beneficio de las personas con discapacidad con el primer premio andaluz al voluntariado. La organización agrupa a unas 18 entidades andaluzas, a las que pertenecen alrededor de 700.000 personas que cuentan con alguna discapacidad orgánica y/o física.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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