_
_
_
_
Reportaje:

La Caixa cumple cien años como líder

La caja catalana es hoy la primera del sector y la tercera entidad financiera española

Andreu Missé

El 16 de abril de 1904, después de dos años de difíciles gestiones, La Caixa iniciaba su andadura con una solemne inauguración en el Palacio de Bellas Artes, en Barcelona, bajo la presidencia del rey Alfonso XIII. Al acto asistieron representantes de las siete entidades que habían impulsado su creación -Sociedad Económica de Amigos del País, Instituto Catalán de San Isidro, Fomento del Trabajo Nacional, Ateneo Barcelonés, Cámara de Comercio, Liga de Defensa Industrial y Comercial y Círculo de la Unión Mercantil-, y una expectante representación de 26 ateneos e institutos obreros.

La iniciativa fue la respuesta de las sociedades económicas barcelonesas, traumatizadas por la virulenta fogosidad de la huelga general que vivió la ciudad del 16 al 23 de febrero de 1902. La protesta obrera por la jornada de nueve horas se había saldado con 12 muertos y 44 heridos. Las sociedades económicas promovieron una recogida de fondos para las víctimas y destinar el sobrante a la creación de "cajas de retiro u otra institución benéfica". De las 82.386 pesetas recaudadas, se destinaron 25.358 a las familias de muertos y heridos. El excedente, 57.028 pesetas, resultó insuficiente para poner en marcha una nueva entidad. Un donativo de Alfonso XIII, de 25.000 pesetas, propiciado por el presidente del Gobierno, Antonio Maura, para recuperar el espacio político en Cataluña, fue determinante para la creación de la caja.

Más información
Un poder fáctico
El Príncipe preside la conmemoración del centenario de La Caixa
La Caixa ganó 245 millones hasta marzo, 13,2% más

En el acto inaugural, el presidente de Fomento y de La Caixa, Lluís Ferrer-Vidal, destacó que se trataba de una "obra de pacificación social" para restaurar la paz y "garantizarla contra nuevas alteraciones". El inspirador intelectual del proyecto era Francesc Moragas, experto en seguros y profundo conocedor de instituciones sociales similares existentes en Bélgica, Francia e Italia. El plan inicial de Moragas era crear un sistema de pensiones libre con aportaciones puntuales de los obreros como "primas únicas" con donativos voluntarios de los patronos y del Estado.

El desarrollo de este sistema privado de pensiones fue muy exiguo, por la escasa capacidad de ahorro de los obreros y la ínfima disposición de los patronos. Pero Moragas siguió con su defensa de las pensiones y su acción fue decisiva en la creación del Instituto Nacional de Previsión (INP) en 1908, origen del actual sistema de Seguridad Social español.

La Caixa social

La Caixa de Moragas se caracterizó por un marcado acento social, una obsesión por el rigor en la contabilidad y la técnica actuarial, el desarrollo de una cultura profesional y un ambicioso plan de expansión. En 1918, el fundador tuvo que dar su brazo a torcer y admitir que sólo el sistema público de pensiones era el viable. Entonces logró la exclusiva para Cataluña y Baleares de la gestión del retiro obrero. El resultado de su gestión fue espectacular: en 1920 ya era la primera caja de España. En 1935 gestionaba el 60% del ahorro catalán y el 25% del español. Un 20% de su balance lo constituían los retiros obreros. Lo más relevante es que, desde 1915, Moragas desarrolló una impresionante obra social, con instituciones como el Instituto de la Mujer que Trabaja, Instituto Catalán de Ciegos y el Sanatorio Antituberculoso. La Caixa también financió la construcción de decenas de escuelas y bibliotecas, casas baratas, cooperativas y edificios como la Maternidad, la Escuela Industrial o la Quinta de Salud la Alianza.

Todo esta realidad económica y social fue barrida por la Guerra Civil. Los franquistas encarcelaron a su director, Josep Maria Boix, quien había logrado salvar los depósitos. La memoria popular conserva vivo el recuerdo de que La Caixa fue la única institución que devolvió el dinero depositado antes de la guerra.

Con las nuevas autoridades, el director general, Enrique Luño, y el presidente, Miquel Mateu, La Caixa fue perdiendo cuota de mercado. La naturaleza de las cajas registró un cambio sustancial en 1957, cuando pasaron a depender del Ministerio de Hacienda y se transformaron de sociedades benéficas en entidades financieras. En este nuevo marco legal, la arraigada cultura profesional de la entidad propició la implantación de nuevos avances tecnológicos. La Caixa instaló su primer ordenador, un IBM 1410, en 1962, 10 años antes que la banca. A partir de los años cincuenta, desarrolló una intensa actividad constructora. En 1966 contaba ya con 14.000 viviendas.

Un gran banco

En 1976, el consejo, por iniciativa de su presidente, Narcís de Carreras, nombró a Josep Vilarasau nuevo director general. Su llegada coincidió con la de la democracia y el inicio de un profunda liberalización de la economía. En 1977, el ministro de Economía, Enrique Fuentes Quintana, igualó las competencias de las cajas a las de los bancos.

Vilarasau, un ingeniero con experiencia en la Administración como director general de Política Financiera y del Tesoro y en altos cargos en Telefónica y Campsa, imprimió una profunda transformación de la caja. Contó desde el primer momento con el apoyo del abogado del Estado Ricard Fornesa, que en 2003 accedería a la presidencia, tras años de estrecha y firme colaboración. El nuevo diretor general incorporó a su nuevo organigrama a los jóvenes economistas y juristas Josep Maria Samaranch Kirner, Ignasi Farreras, Josep Maria Carrau, Joan Maria Solà o Juan José Cuesta, que habían destacado por su defensa del papel social y profesional de la entidad. El consejo de administración también se dinamizó por la participación activa de los representantes de personal, como Josep Maria Gasol.

Con la nueva organización, el nuevo director emprendió un ambicioso plan de expansión por toda España, que superó las 1.500 oficinas en 1989. Este mismo año, La Caixa se fusionó con la Caixa de Barcelona y constituyó la primera entidad finaciera de España, después superada por las fusiones bancarias.

En los años ochenta, Vilarasau reforzó la dirección con la incorporación de dos destacados profesionales: Isidre Fainé (1982) y Antoni Brufau (1988), actualmente directores generales de la entidad. Al comité de dirección se incorporaron también Antoni Massanell, Tomás Muniesa, Fernando Ramírez y Julio Lage.

El nuevo equipo directivo introdujo nuevos productos inspirándose en las entidades americanas y potenció las aplicaciones informáticas. Aprovechando las autorizaciones de los primeros años, puso especial énfasis en los seguros de prima única, unos productos en los que la entidad forzó el límite de la ley, lo que provocó un tenso litigio con Hacienda.

La entidad financiera, cuya presidencia dejó Vilarasau en 2003 -hoy preside la Fundación La Caixa-, contaba con un balance 80 veces mayor y una estructura comparable a la de un banco. La Caixa es hoy el gran banco de Cataluña y el tercero de España. Su actual presidente, Ricard Fornesa, profundo conocedor de la institución por su paso por la secretaría general y el consejo, ha anunciado su propósito de potenciar la vocación social de la entidad.

De izquierda a derecha y de arriba abajo, Francesc Moragas, Lluís Ferrer-Vidal, Josep Maria Boix, Enrique Luño, Josep Vilarasau y Ricard Fornesa.

De izquierda a derecha y de arriba abajo, Francesc Moragas, Lluís Ferrer-Vidal, Josep Maria Boix, Enrique Luño, Josep Vilarasau y Ricard Fornesa.
De izquierda a derecha y de arriba abajo, Francesc Moragas, Lluís Ferrer-Vidal, Josep Maria Boix, Enrique Luño, Josep Vilarasau y Ricard Fornesa.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_