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La familia tradicional supone por vez primera menos de la mitad de uniones en Euskadi

Los grupos de padre, madre e hijos han bajado del 51% en 1996 al 44% en 2001

El País

El tipo de familia tradicional, integrada por el padre, la madre y uno o más hijos, pierde cada vez más peso en el País Vasco. En cinco años, su porcentaje sobre el total de grupos familiares ha ido descendiendo hasta suponer, por vez primera, menos de la mitad de unidades: si en 1996 el modelo tradicional representaba el 51,5%, en 2001 había bajado al 44,4%, según los últimos datos de

los Censos de Población y Viviendas del Eustat. La tendencia a la menor presencia de parejas con hijos es constante desde hace más de dos décadas, ya que en 1981 suponían el 63% del total de familias y 10 años más tarde sólo alcanzaban al 57% del total.

En cifras absolutas, la caída ha supuesto la perdida de más de 29.000 familias tradicionales de 1991 a 2001. De ellas, dos de cada tres desaparecieron en los últimos cinco años de esa década.

En ese periodo de tiempo, sin embargo, se formaron en el País Vasco un total de 116.892 familias nuevas. El ritmo de creación de los grupos familiares fue creciente: entre 1991 y 1996 surgieron más de 10.200 familias cada año, mientras que a partir de esa fecha se registraron más de 13.100. El crecimiento del 18,5% en el número de familias en la última década del siglo pasado contrasta con la subida sensiblemente más lenta (9,3%) de los 10 años anteriores.

El aumento del número de familias, sumado al estancamiento de la natalidad, ha motivado la constante reducción de su tamaño medio. En 10 años, bajó de 3,32 personas por familia a 2,76.

Así, en una situación general de pérdida de población en el País Vasco se produce el paradójico crecimiento del censo familiar: en Vizcaya, la población descendió un 2,8% en el plazo estudiado por el Eustat, pero el número de familias creció más del 14%, mientras que en Guipúzcoa bajó el número de habitantes un 0,4% y ganó un 22% de unidades familiares. En Álava, aumentó la población en un 5% y el número de familias en más del 25%.El retroceso del modelo tradicional de familia ha ido dejando paso a otros tipos de convivencia, que hacen más frecuentes las familias monoparentales, las uniones con hijos procedentes de relaciones anteriores y las parejas sin hijos. Entre los nuevos tipos de hogar, el aumento más importante se ha producido en el número de personas que viven solas, proceso que se ha acelerado en los últimos años. En 1991, un total de 73.948 ciudadanos residían solos en la comunidad autónoma; 10 años después, eran ya 151.855. El 60% de los casos se concentraron a partir de 1996.

Las mujeres suman mayoría (59%) entre quienes viven solos: solteras en un 48% de los casos y viudas el 36%. El número de varones, sin embargo, está registrando una tendencia creciente: de 1991 a 2001 ha pasado del 34% al 41%. La incidencia del divorcio y de la separación matrimonial en la decisión de residir en solitario ha experimentado un crecimiento espectacular: la cifra de 3.900 ciudadanos que lo hicieron por esas causas en 1991 se triplicó en una década. Entre las familias formadas por una sola persona, dos de cada cinco trabajan -el 60% de los varones y el 27% de las mujeres-, mientras que un 42% se define como inactivo.

Las familias monoparentales, formadas por el padre o la madre y algún hijo, ha crecido casi un 50% en la década analizada por el Eustat. En 2001, las uniones monoparentales (87.880) representaban ya el 11,7% del total de familias en la comunidad autónoma. Aunque la mayoría de las familias monoparentales vascas -más del 81%- está encabezada por una mujer, el crecimiento ha sido más llamativo en las que tienen al frente al padre. Así, entre 1996 y 2001, las unidades monoparentales con un varón como responsable de los hijos crecieron un 33,5%, el doble de lo que lo hicieron las que tienen a una mujer a su frente.

También ha crecido en el País Vasco de forma sensible el número de hogares sin hijos, por la doble causa de la marcha del nido paterno y la decisión de las parejas de no tener descendencia, según apunta el Instituto Vasco de Estadística. Las parejas sin hijos han pasado de representar el 15% del total de familias en 1991 al 18,5% una década más tarde.

El aumento ha sido más importante en los núcleos formados por personas con una experiencia matrimonial o de convivencia previa. Las llamadas familias reconstituidas has pasado de tener una presencia testimonial (sólo suponían el 1,9% del total) a superar el 6% en cinco años. Dos tercios de ellas están formadas por personas casadas en segundas nupcias y el resto por hombres o mujeres que convivieron con otras parejas sin contraer matrimonio. En el primer caso, el 90% de las nuevas familias tienen hijos de relaciones anteriores, frente al 60% del segundo.

La evolución de los hogares en los que conviven varios núcleos familiares es negativa. Esta forma de convivencia se ha reducido a la mitad en 10 años, pasando de representar el 3,3% del total a sólo el 1,7%.

El peso de la inmigración también afecta a la estructura familiar. Las migraciones han creado familias vinculadas o no por parentesco, pero que carecen de lazos conyugales o de filiación. Este modelo ha crecido en los últimos años hasta recuperar el porcentaje del 3,4% que tuvieron en 1981.

El estudio de las edades de quienes encabezan las familias indica que los jóvenes han roto la tendencia a prolongar la permanencia en el hogar paterno. Tímidamente, empiezan a formas familias antes: en 2001, los jóvenes de 20 a 24 años que encabezaban un hogar eran ya el 5,6%, más de doble que en 1996. En el grupo de 25 a 29 años, el porcentaje subió tres puntos en el mismo período hasta llegar casi al 19%.

En el otro extremo de la pirámide también hay cambios: se prolonga la permanencia de los ancianos en su hogar.

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