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El exceso de viajeros, posible causa del accidente en el que murieron seis jóvenes

Los otros dos ocupantes del coche, arrollado por un tren en Salamanca, siguen hospitalizados

La localidad salmantina de Aldehuela de Yeltes ofrecía ayer un muestrario de dolor, mientras se producía el entierro de los seis jóvenes, de entre 17 y 21 años, que murieron el viernes, cuando una máquina de tren arrolló en un paso a nivel sin barreras el turismo en el que viajaban junto a otros dos amigos, que se encuentran hospitalizados fuera de peligro. En la iglesia de la localidad, el funeral se celebró con cuatro féretros, ya que los familiares de otros dos fallecidos prefirieron despedirles en la intimidad. El sobrepeso del vehículo se señala como principal causa del terrible accidente.

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Tras el funeral, oficiado por el obispo de Ciudad Rodrigo, Atilano Rodríguez, en el cementerio de Aldehuela, recibieron sepultura el único joven residente en el pueblo, Iván Gándara Casanueva, de 21 años, y Jaime Chaves González, de 17 y residente en Madrid. El féretro de Jon Chaves Guntín, de 19 años, fue trasladado a San Sebastián, donde reside su familia, y el de Celia Gallego Fuentes, de 19 años, recibió sepultura en Salamanca.

Previamente, durante la mañana, el cementerio de la capital salmantina acogió también el cadáver de Marta Fuentes Hermida, de 18 años, fallecida en el hospital Virgen de la Vega tras ser trasladada desde el lugar del accidente. Los restos mortales de Héctor Antonio García Domínguez, de 18 años, fueron incinerados en Salamanca.

En el Hospital Universitario permanecen los otros dos ocupantes del coche, Ángel Garrido Carbajo y Soledad Corral, ambos de 19 años. Todos ellos se encontraban de vacaciones en el pueblo del que son oriundas sus familias residentes en Salamanca, Madrid y Guipúzcoa.

El accidente se produjo a las 7.21 horas del viernes santo en el paso a nivel inmediato al pueblo de Martín de Yeltes, con perfecta visibilidad en más de un kilómetro y marcado con un stop y un aspa de aviso reglamentarios.

Procedente de la estación fronteriza de Fuentes de Oñoro, la locomotora marchaba hacia Salamanca a 140 kilómetros por hora y, al acercarse a Martín de Yeltes, el maquinista Agustín C.H., de 42 años, asegura que advirtió una luz que se acercaba a la vía por el lado izquierdo de su marcha, por lo que hizo sonar el silbato de aviso; la luz se detuvo y, cuando ya la luz incierta de la madrugada permitió advertir que se trataba de un coche, éste volvió a moverse hacia el paso a nivel y se situó en el espacio de la vía, donde quedó parado, por lo que, al tiempo que hacía sonar con insistencia el pitido, el maquinista puso en marcha las emergencias de frenado antes de llegar al punto del paso a nivel, exactamente en el kilómetro 61,880.

Pero el deslizamiento de la máquina de 40 toneladas no paró hasta 400 metros después, por lo que el frontal del tractor ferroviario arrolló al Seat Ibiza de tres puertas y color blanco, matrícula SS-9951-AY, parado con el motor y las ruedas delanteras entre los raíles sobre el entramado de traviesas de madera.

Al descender de la máquina y mientras llegaban los servicios de emergencia, el maquinista encontró varios cuerpos de jóvenes diseminados sobre la vía, algunos aún con vida, entre restos del vehículo, que quedó partido en dos. Cuando llegaron los bomberos de Ciudad Rodrigo y los servicios sanitarios, se pudo establecer que en el turismo viajaban ocho jóvenes, de los que tres aún estaban con vida y fueron evacuados en helicóptero a los hospitales de Salamanca. Poco después moría la joven Marta Fuentes.

La sobrecarga del coche con ocho personas se ha señalado provisionalmente como la causa de su detención entre los raíles, al no poder superar la rampa que asciende por el camino de tierra con algunos hoyos hacia el paso sobre la vía, lo que probablemente también causó que se calara el motor. Los ocho jóvenes que ocupaban el turismo procedían de la localidad de La Fuente de San Esteban, cabecera de comarca. Es costumbre en Aldehuela, localidad situada a 15 kilómetros, que los jóvenes regresen a sus casa en un taxi que pagan entre todos. Ayer se comentaba en el pueblo que las tres chicas implicadas en el accidente tenían previsto hacerlo así (la madre de una de ellas había abonado al taxista los 4 euros correspondientes), pero llegaron sus amigos y las invitaron a volver en el Seat Ibiza.

El conductor del vehículo, como otros tantos jóvenes, tomó un camino marginal en lugar de salir directamente a la carretera N-620, para sortear los controles de alcoholemia de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil. Con todo, los conocedores del lugar creen que cogieron el camino más largo, en vez de otro que va directo a la carretera provincial de Aldehuela de Yeltes.

Imagen del funeral celebrado ayer en Aldehuela de Yeltes por los jóvenes fallecidos al ser arrollado por una locomotora el coche en el que viajaban

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Imagen del funeral celebrado ayer en Aldehuela de Yeltes por los jóvenes fallecidos al ser arrollado por una locomotora el coche en el que viajaban .EFE

Una maldición familiar

El conductor de la locomotora que arrolló al coche con los ocho jóvenes seguramente ayer no pudo quitarse de la cabeza, como si de una maldición familiar se tratase, una imagen: la que vivió de joven, cuando en diciembre de 1978 la máquina que guiaba su padre por esa misma vía y siete kilómetros más adelante también arrolló en el paso a nivel de Muñoz a un autocar escolar, con el balance de 30 niños muertos.

Una vez más, los pasos a nivel -hay tres en torno al pueblo de Martín de Yeltes, y seis hasta el vecino Sancti-Spiritus- eran ayer motivo de ira y lamento en el exterior de la iglesia, mientras se oficiaba el funeral. José Luis Martín, el alcalde, lamentaba que "no se haya vuelto a saber nada sobre su eliminación", y Agapito Fernández, el edil de Sancti-Spiritus, apuntaba que sólo desaparecerán "el día que se realice el proyecto de electrificación de la línea".

En medio de la tensión que vivía el pueblo, de unos 300 habitantes, entre sus gentes parecía haberse establecido un pacto de silencio: nadie quería hablar. Una chica, estremecida y con los ojos enrojecidos, susurró: "Eran mis amigos, estuvimos juntos divirtiéndonos, y ahora los quiero más, pero ya no están". "La gente, toda, está destrozada", dijo Luci Casanueva, de una finca cercana. "A mis hijos les gusta el pueblo, pero estoy asustado cuando vienen, porque los jóvenes se van a La Fuente, donde están las copas y la discoteca", apuntaba Elías Estévez, ex alcalde de un pueblo vecino.

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