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Crónica:FÚTBOL | 32ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Barça fulmina al Valladolid

Saviola, Ronaldinho y finalmente Iniesta expresan la superioridad azulgrana frente a un rival que jugó a contracorriente

Àngels Piñol

Iniesta, un jugador de físico tan liviano como contundente en su fútbol, llegó a tiempo para rescatar a su equipo de la angustia en Valladolid. El Barça sumó ayer en el Nuevo Zorrilla su décima victoria fuera de casa, la sexta consecutiva -una cifra récord- en un partido extraño, lleno de altibajos y que estuvo a punto de írsele de las manos después de haberse trabajado una espléndida primera parte. Saviola y Ronaldinho parecieron cerrarlo a las primeras de cambio, pero una segunda tarjeta del brasileño, por arrebatarle de las manos un balón a Bizarri, dejó al Barcelona casi toda la segunda parte con diez. El Valladolid despertó de su tremendo letargo y Óscar marcó. Su acoso anunció el empate y Rijkaard se la jugó con un cambio inesperado: quitó a Gerard, sacó a Iniesta para controlar el balón y en la primera ocasión que tuvo, solo, en el área, no vaciló para rematar la asistencia de Luis Enrique. No le temblaron las piernas. Con la frialdad de los grandes, el media punta batió a Bizarri y evitó que el Barça se descolgara de su pelea en la Liga.

VALLADOLID 1 - BARCELONA 3

Valladolid: Bizarri; Torres Gómez, Pablo Paz (Cardetti, m. 65), Jonathan, Marcos; Richetti, Rafa (Julio César, m. 45); Fernando Sales, Òscar, Chema; y Losada.

Barcelona: Víctor Valdés: Gerard (Iniesta, m. 79), Oleguer, Cocu, Reiziguer; Xavi, Motta, Davids; Luis García (Luis Enrique, m. 22), Saviola (Óscar López, m. 67) y Ronaldinho.

Goles: 0-1. M.1. Reiziger profundiza, centra con la zurda y Saviola remata en el primer palo. 0-2. M. 30. Motta asiste a Saviola, que cambia con la derecha al otro palo y Ronaldinho engancha un remate cruzado de volea. 1-2. M. 65. Córner que saca Chema y Óscar cabecea. 1-3. M. 84. Iniesta remata una asistencia de Luis Enrique.

Árbitro: Losantos Omar. Expulsó a Ronaldinho (m. 53) por doble amonestación y motró la tarjeta amarilla a Gerard, Pablo Paz, Motta, Jonathan y Reiziger.

Zorrilla: 17.000 espectadores. El Barça vistió sin motivo aparente una zamarra azul marino con una franja azulgrana, su tercera equipación.

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El pequeño jugador, condenado casi siempre al banquillo, hizo las veces de Ronaldinho, expulsado por dos tarjetas absurdas y que puso por primera vez a su equipo en un compromiso. No es la primera vez que le sucede algo así al Barça: quedarse con diez por los pecados de juventud de la mayoría de sus jugadores. La victoria, sin embargo, tiene mayor peso simbólico por haberla conseguido en inferioridad numérica y con la ausencia de su mejor jugador, que se perderá el partido aplazado del próximo miércoles ante el Betis. Y confirma algo ya sabido: que el Barça, fuera de casa, es una máquina muy distinta al juguete medio roto en que se convierte en el Camp Nou por su falta de gol.

El partido, pese a todo, empezó que ni pintado para el Barça. Llegó a Valladolid con la obsesión de golear y se libró de la losa en un tiempo récord. Reiziger, reconvertido ayer en lateral izquierdo, se marcó una carrera por la banda, superó a Torres Gómez y centró al primer palo para que Saviola enchufara el primer balón a la red. Fue un regalo inmenso del Valladolid, que ayer no tenía a ninguno de sus dos centrales -Caminero cumplía sanción y Peña está lesionado- para sujetar a los azulgrana. El Barça puede tener unos recursos ofensivos limitados y sufrir un horror cuando tiene que superar un cerrojo; eso le pasa en casa pero fuera se mueve a sus anchas y no perdona si le dejan espacios por todos lados. El gol fue un mazazo para el Valladolid que, con pocas ideas, quiso irse hacia adelante a costa de dejar solo a su portero.

Fue un monólogo azulgrana porque Xavi, pese a que Vázquez quería atarlo en corto, se movió con libertad y cuando eso sucede el Barça funciona. Ayer quedó claro que Rijkaard no se casa con nadie: apostó por Luis García y lo cambió por Luis Enrique a los 20 minutos. Tampoco se casó el técnico con la defensa. Forzado por las bajas, prefirió situar a Gerard como lateral derecho y colocar al diestro Reiziger en la izquierda. Posiblemente fue para frenar a Sales, el hombre que generó peligro. Pero la defensa volvió a estar impecable. La baja de Puyol o de Márquez ni se notó. Cocu actuó de central y barrió todo lo que se le cruzó junto a Oleguer, omnipresente, cortando y saliendo al paso de remates como el de Richetti, que tuvo el empate en sus botas después de una preciosa jugada de Sales. Y del posible empate se pasó al segundo gol del Barça. Saviola recibió de Motta, rompió el fuera de juego, se fue a la banda y centró para que Ronaldinho, cruzara el balón al palo contrario. Ese tanto hacía predecir un recital azulgrana pero el brasileño, ya amonestado, provocó su absurda expulsión al principio del segundo tiempo por echarse encima de Bizarri. El Barça pasó entonces por unos momentos de gran apuro. Óscar rompió la imbatibilidad de Valdés en cuatro partidos, Chema volvió loca a la defensa y el empate se dibujó reiteradamente. La suerte se alió inicialmente con el Barça porque Oleguer salvó un gol cantado y un balón que ya entraba lo despejó Cocu al travesaño. Óscar finalmente acertó a la salida de un córner y Fernando Vázquez reforzó el ataque con Cardetti, cambio que obligó a Rijkaard a responder con la entrada de Óscar Lopez e Iniesta. Acertó el azulgrana y el Barça resolvió con el segundo balón que tocó Iniesta. El Barcelona fue efectivo del portero al último suplente como acostumbra en campo ajeno.

Ronaldinho corre a felicitar a Saviola, abrazado por Davids, tras el gol del argentino.
Ronaldinho corre a felicitar a Saviola, abrazado por Davids, tras el gol del argentino.REUTERS

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