"La tecnología te pisa los talones"
Pregunta. Muchas de sus maquetas las hemos visto en exposiciones públicas.
Respuesta. Sí la del plano de Valencia del Padre Tosca, que medía 35 metros cuadrados, la del Plan General de Ordenación Urbana de Valencia, la de la estación del Norte, la del proyecto de Ricardo Bofill para el río Turia, que era como una serpiente muy larga,... También los tramos de Vetges tu, el del Gulliver, el del plan de la Avenida de Francia, algunos almacenes del Museu de la Taronja...
P. ¿Cuáles más ha hecho para empresas privadas?
R. Por ejemplo la del hotel Bali, de Benidorm. Y en Valencia, el edificio de la Pagoda, el de Vifasa de Viveros, el Coliseum, el Parque Alcosa, Valterna,...
P. Gran parte de lo que se ha hecho en Valencia antes se ha hecho en su taller.
R. Claro, yo empecé a hacer maquetas en 1965. Era la época de la VPO. Entonces visitabas a un promotor para proponerle trabajos y parecía que le estabas hablando en chino. No había concepto de marketing. En la costa tampoco había mucho movimiento. Tuve que visitar a promotores, arquitectos,... Me costó un poquito. Muchos de los constructores para los que trabajé ya han desaparecido. Yo aún persisto gracias a ellos, aunque ahora ya lo dejo casi en manos de mi hijo.
P. Ahora dicen que usted elige con quién quiere trabajar y con quién no.
R. No, es que muchas veces tienes que despreciar trabajos porque no puedes. Tengo varios clientes de toda la vida y prefiero conservarlos, como el Grupo Espacio y Onofre Miguel, o arquitectos como Antonio Escario y Javier Domínguez.
P. ¿Qué le impulsó hacia este oficio?
R. Soy delineante y conozco la arquitectura, que es lo primordial. Tener criterio es lo importante, porque cuando surje un problema no tienes que estar pendiente del teléfono.
A mí me gustaba hacer barquitos y mi mujer tenía un primo en Alemania de agregado social que me impulsó a este oficio. Pero entonces no era tiempo de maquetas.
P. Incluso tiene tanto criterio que algunos arquitectos le hacen un mamarracho en un papel y usted lo interpreta.
R. Es que si no imaginas no puedes. Tienes que imaginar, hacerte una visión porque a veces te dan un esbocito muy simple para presentarlo a un premio. Hay que coger el concepto de ese volumen, darle el sentido.
P. ¿Qué materiales emplea en su trabajo?
R. Metacrilatos, materiales plásticos, PVC... Yo empecé ya con metacrilato, una sierrecita y una caladora de joyero.
P. Se requiere una precisión casi de cirujano.
R. Me valgo de una máquina de control numérico. Antes trabajaba con plantillas, pero ahora con el ordenador los trabajos son más precisos. Ahora la tecnología te pisa los talones y no puedes quedarte atrás.
P. ¿Cómo ve el cambio arquitectónico de Valencia?
R. Está mejorando mucho, pero también es cierto que hay edificios que tienen diseño, pero no son funcionales, y el diseño tiene que acompañarse de la funcionalidad. Hay edificios en los que no me metería a vivir.
P. ¿Cuál es la Valencia que prefiere?
R. Me encanta la calle de la Paz, y habría que hacer una maqueta de toda la calle, pero para eso haría falta un mecenas. También me gustan mucho los edificios de la época del eclecticismo de la calle de Colón. Esa arquitectura tenía mucho sentido. Las cosas no se hacían por adorno: se hacían por algo.
EN DOS TRAZOS
En 1965 Julio García Ribas (Valencia, 1940) abrió el primer taller de maquetas de edificios de Valencia, que con el tiempo se convirtió en la principal escuela práctica de este oficio. De su taller, en el único edificio de Santiago Artal, no sólo han salido aventajados alumnos en la materia sino las maquetas de muchos de los edificios construidos desde entonces en Valencia, como la Pagoda; o en Benidorm, como el hotel Bali. También ha realizado varias maquetas públicas, como el plano del Padre Tosca, el proyecto de Ricardo Bofill para el río Turia o la del Plan General de Valencia.
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