Parodia desmesurada
Sigue la estela de otros dos filmes anteriores, y también la fórmula: un remix hecho de cosas tomadas de aquí y allá, personajes y situaciones de películas, la mayoría de terror (pero no sólo: algunos de los mejores momentos de esta parodia desatada tienen que ver con Emminem y sus 8 millas, por ejemplo). Y, como en toda parodia que se precie, de lo que se trata es de proponer al espectador, al mismo tiempo, un escenario conocido y las claves para que lo vea de otra manera.
Ciertamente, algo ganó esta tercera parte respecto a las dos anteriores, hechas por los hermanos Mayans: aunque David Zucker no es un director para echar las campanas al vuelo de pura satisfacción ante sus criaturas, lo cierto es que al menos conoce su oficio, o por lo menos, aquello para lo que le pagan, que no es más que el cultivo del humor grueso. Al fin y al cabo, a quien perpetró aquellas Aterriza como puedas bien se le puede dejar en las manos un artefacto como éste.
SCARY MOVIE 3
Director: David Zucker. Intérpretes: Charlie Sheen, Pamela Anderson, Jeny McCarthy, Marnie Eng, Simon Rex. Género: parodia de terror, EE UU, 2003. Duración: 84 minutos.
Y a la postre, de lo que va este Scary Movie 3 no es de otra cosa que de parodiar los últimos éxitos del género, y en especial dos títulos, que son algo así como el norte mismo de la película: Señales, la aparatosa, tramposa película de M. Night Shyamalan, y The Ring, más, como es lógico, la versión americana de Gore Verbinsky que el original del japonés Hideo Nakata. Así, la cosa consiste en admirar a Charlie Sheen haciendo de Mel Gibson, o en ver que, debajo de la terrorífica e inquietante figura cubierta con una sábana blanca que aparece de pronto en medio de una habitación no está la enigmática, vengativa mujer de The Ring, sino... Michael Jackson, lo que hace pegar un verdadero grito de terror a Sheen, en uno de los números más resultones de la función.
Por lo demás, este tipo de películas sólo se pueden recomendar a quien haya visto los títulos que se parodian, y además a públicos que no se detengan demasiado en sutilezas. Su humor es de lo más directo, sus resultados se pueden prever sin ningún margen de error y sí, claro, algunos de los gags funcionan, como no puede ser de otra manera: al fin y al cabo, no se trata de otra cosa que de intentar hacer reír al menos una vez por minuto...
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