Sobre ética y estética

"Ahora hay mucha escultura sin significado". Andreu Alfaro reflexionó ayer sobre su obra en una conferencia que ofreció ayer en el Institut Valencià d'Art Modern (IVAM) y que cierra la primera parte del ciclo Artistas de la Colección del IVAM. El escultor valenciano habló de su vida y la influencia que ha tenido en su obra el hecho de que iniciara su actividad artística relativamente tarde. Nacido en Valencia en 1929, hijo de carnicero, hubo de esperar hasta 1974 para abandonar definitivamente sus otras actividades y dedicarse plenamente al dibujo, para el que siempre estuvo especialmente dotado y, sobre todo, a la escultura. "Mi vida y mi obra van unidas", comentó. Aludió también a su inquietud por la simplicidad: "Quisiera decir lo máximo con lo mínimo". Pero sobre todo, se detuvo en el peso que le ha concedido a la ética, al sentido de sus obras, en la pugna que este aspecto mantiene con la estética en toda creación.

"La idea me vino en Vic, rodeado de urbanistas, arquitectos y otras personas discutiendo sobre el proyecto". Alfaro se refería a la escultura que corona el Parc dels Estudis en el campus de la universidad de la ciudad catalana, hecha en homenaje a Mossèn Cinto Verdaguer. "De repente apareció el alcalde, el mayor pastelero de toda Cataluña, apostilla, y exclamó: '¡si això és la botonera del capellà!', refiriéndose al tubo de acero y la hilera de agujeros".

"Nos dio una lección; me interesaba saber si se entendía la obra y hoy para todo el pueblo es la botonera del capellà". Y comentó: "Ética y estética deben de ir juntas". Para el dibujante y escultor la belleza en sí misma está muy bien pero no basta y corre el riesgo de no ser comprendida. "Es lo que pasa con el abstractismo puro, es algo muy elitista, sin sentido; y lo digo yo, a quien se considera elitista", apunta. Para evitarlo, parte de la receta consiste en tener en cuenta a la gente y dotar de sentido a la obra. "No es tanto una cuestión de que me gusta una escultura y la pongo en un determinado lugar de la ciudad, en un barrio, sino que hay que tener una razón que justifique la obra", comenta, "los ciudadanos, la gente de la calle, tienen que haberla pedido, no se les puede imponer".

Alfaro comentó que en su caso, en la dualidad ética-estética, ha sido la primera la que se ha impuesto a la segunda. "A veces, había obras que me gustaban, pero notaba que no era suficiente, y cuando me faltaba algo se trataba de esculturas bonitas pero sin significado". Frente a quienes "se han lanzado a la estética", el escultor valenciano se reivindica como un artista que quiere "ser esteta al máximo y al máximo moralista, es decir, tener intencionalidad".

La de ayer fue la última de una serie de conferencias que se iniciaron en febrero y por las que han pasado Tony Bevan, John Davies, Juan Genovés, Alex Katz, Valerio Adami, Charles Simonds, Markus Lüpertz y Miquel Navarro. Alguno de ellos, como el pintor y escultor alemán de origen checo

Markus Lüpertz, además de narrar su trayectoria, marcada por el nuevo expresionismo alemán, aprovechó su visita a Valencia para recibir el Premio Julio González, un galardón que entrega la Generalitat a propuesta del director del IVAM, Kosme de Barañano.

El ciclo nació con el objetivo de propiciar un foro de debate sobre el arte contemporáneo a través de la colección que el IVAM tiene de estos artistas y acercar a los espectadores a estas colecciones a través de un punto de vista más cercano. De hecho, la buena acogida que ha tenido esta experiencia ha llevado a los gestores del museo a seguir por este camino. Así, está previsto que el ciclo se prorrogue con la intervención de nuevos conferenciantes que, como los anteriores, sean artistas cuya obra se haya incorporado a los fondos del centro valenciano.