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Reportaje:

Barcelona rechaza las corridas de toros

El pleno municipal aprueba en votación secreta un manifiesto antitaurino

"El Consejo Plenario de Barcelona es contrario a la práctica de las corridas de toros". Lo aprobó ayer en votación secreta el pleno municipal de Barcelona. 21 votos a favor; 15 en contra; 2 abstenciones. Otros tres concejales estaban ausentes por motivos privados, pero su presencia no habría cambiado el signo de la votación. La propuesta había llegado a través de varias entidades de defensa de los animales, avalada por 240.000 firmas. La medida no tiene efecto legal.

El pleno aprobó ayer montones de cosas. Nada provocó similar pasión. Pese a que la votación era secreta (urna y papeleta en sobre), todos los grupos tomaron la palabra. Y, salvo los socialistas, los otros cuatro hicieron público el sentido de su voto asegurando sus respectivos portavoces que había sido unánime. "¿Cómo lo saben?", preguntó el concejal del PSC, Ferran Mascarell.

El texto aprobado recoge una alusión a la "sensibilidad psíquica" de los astados

Los toros. Un trasunto de las Españas y de las moderninades y posmodernidades. Ahí se discutían otras cosas. Eso sí, con un lenguaje de voluntad neutra: "El toro (Bos primigenius taurus) es un mamífero con un sistema nervioso de similares características al de la especie humana, lo que significa que compartimos muchos aspectos de nuestro sistema emotivo", afirma el texto aprobado, que recoge también una alusión a la "sensibilidad psíquica" de los astados.

Tal era el ardor de la disputa que el alcalde, Joan Clos, tuvo que pedir que no se estigmatizara a nadie por su opinión y que no se asociara el gusto o disgusto ante las corridas con el origen, la lengua o las creencias. Clos cerró el debate. Pero antes hubo desfile de autoridades. Jordi Portabella (ERC), que dijo sentirse feliz, se había comprado un libro en el que se citaban posturas contra las corridas. De su mano entró en el pleno Lope de Vega ("esta fiesta bruta sólo ha quedado en España"), acompañado por Quevedo, Jovellanos, Larra, Zorrilla, Fermín Caballero, Joaquín Costa, Azorín, Benavente y Antonio Machado. Remató: Barcelona tiene una larga tradición "humanista y animalista". Con Portabella estuvo Imma Mayol (ICV), que fue más allá de la moción y propuso, sin tapujos, "suprimir las corridas de toros".

Para que las glorias de las letras citadas por el republicano no estuvieran solas, Mascarell evocó a García Lorca, Rafael Alberti, Miguel Hernández, el compositor Manuel de Falla y los pintores Goya, Picasso y Ramon Casas, todos ellos taurófilos reconocidos.

A tenor de las explicaciones de voto (imposibles de verificar), apoyaron la moción Esquerra, Iniciativa y CiU. El PP votó en contra; los concejales socalistas dividieron su voto. Hubo críticas a la urna. Joana Ortega (CiU) habló de "ridículo", y Alberto Fernández (PP) sugirió que era un subterfugio para encubrir las diferencias dentro del equipo de gobierno.

Pero quien arrebató a las masas fue el concejal del PP Javier Basso, con un lenguaje salido de los años de la autarquía. Los toros, aseguró, son "una fiesta de nuestra cultura, denigrada por culturas imperialistas y agresivas". Aún no se había recuperado el respetable de la afirmación, cuando añadió precisiones: se refería al "imperialismo germano y anglosajón", que para acabar con lo español "promueve espectáculos bárbaros", entre los que citó el boxeo, con el fementido objetivo de "denigrar el noble espectáculo de la danza del hombre y el toro". Siguió: las corridas españolas decimonónicas eran la admiración del planeta, denostadas por la "élite que gobierna el imperio", dijo mirando hacia donde deben de quedar las Azores.

Joan Clos, alcalde de Barcelona, en el momento de votar sobre las corridas de toros.
Joan Clos, alcalde de Barcelona, en el momento de votar sobre las corridas de toros.CARLES RIBAS

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