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Los candidatos a la presidencia argelina prometen mejorar la situación de la mujer

El código de familia impide a una mujer casarse sin el consentimiento de un tutor varón

Una juez argelina puede pronunciar divorcios, pero necesita, para casarse, cualquiera que sea su edad, el consentimiento de un tutor varón, que puede ser su padre, un hermano o un tío. Hasta el ministro de Justicia, Tayeb Belaiz, reconoció la anomalía de esta situación imputable al vigente código de familia argelino. A lo largo de la campaña para las elecciones presidenciales de mañana, que concluyó el lunes, todos los candidatos, incluido el islamista, se comprometieron a cambiarlo, pero las feministas no se fían de unas promesas que escucharon en vísperas de otras consultas.

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Una trotskista en campaña

"En el Magreb, sólo las argelinas siguen circunscritas a un estatuto de menores de edad", se lamenta Samia Kaïd, secretaria nacional del Reagrupamiento Constitucional Democrático, un partido laico y berberista. "Y es debido a una falta de voluntad política", denuncia. El único momento en el que una mujer es considerada mayor de edad, bromean las feministas, es cuando vota o comete un crimen.

En el vecino Túnez, Habib Burguiba promulgó en 1956 un Código Civil que prácticamente equiparaba a la mujer con el hombre, y en Marruecos, el rey Mohamed VI puso en marcha en octubre una reforma de la mudawana (estatuto de la familia) que abunda en el mismo sentido. En el Magreb, Argelia -con un 52% de mujeres de sus 32 millones de habitantes- es, por ahora, la excepción.

El código de la familia, que las feministas prefieren llamar "código de la infamia", fue aprobado en 1984 por una Asamblea Popular Nacional (Parlamento) monopolizado por el Frente de Liberación Nacional, el entonces partido único cuya ideología mezclaba nacionalismo e izquierdismo tercermundista. Pese a ello se inspiró en la ley coránica.

La mujer argelina no puede contraer matrimonio ni tampoco hacer múltiples gestiones cotidianas, como abrir una cuenta corriente, sin el aval de un tutor masculino miembro de su familia aunque éste sea más joven que la tutelada. El código permite, además, al hombre practicar la poligamia, repudiar sin justificación y, en caso de divorcio, estipula que la esposa debe abandonar el domicilio conyugal aunque conserve la custodia de los hijos.

Antes de ser elegido presidente, en abril de 1999, Abdelaziz Buteflika anunció su intención de revisar una legislación que tachó de "discriminatoria" y opuesta al "espíritu del islam". Pero durante su mandato, Buteflika no movió un dedo hasta que en octubre creó una comisión para reformar el código.

Los principales diarios francófonos, partidarios de la abrogación del mismo, acusaron entonces a Buteflika de llevar a cabo una "maniobra electoralista" inspirada por el monarca alauí, que, ese mismo mes, había lanzado su iniciativa. Pero mientras en Marruecos la nueva mudawana entró en vigor en febrero, en Argelia las propuestas de la comisión sólo se conocen a través de indiscreciones y no han iniciado aún el trámite parlamentario.

Buteflika se ha comprometido durante la campaña a enmendarlo y otro tanto han hecho los demás candidatos, empezando por su principal rival, Alí Benflis. Incluso el islamista moderado Abdalá Yalabá se ha mostrado partidario de promover un nuevo estatuto que "considere y respete" a la mujer, pero las feministas no se hacen demasiadas ilusiones porque, en algún que otro mitin, su esposa ha defendido con fogosidad el sistema de la poligamia.

Tres mujeres argelinas pasean junto a un muro lleno de carteles electorales en Argel.
Tres mujeres argelinas pasean junto a un muro lleno de carteles electorales en Argel.REUTERS

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