Dulce victoria, ¿dulce derrota?
La duración de la resaca electoral ha sido sin duda proporcional a la sorpresa por los resultados. En 1996 se dijo que lo sucedido había sido una amarga victoria para el PP, que sólo superó en 300.000 votos a su adversario, el cual tenía derecho, por tanto, a creer en su dulce derrota. Hoy para el PSOE la victoria ha sido dulce por inesperada; lo sorprendente es que el PP pretende algo parecido argumentando con las consecuencias del atentado y supuestas barrocas conspiraciones.
Esta interpretación se traduce, a través del ensimismamiento y la parálisis, en una sensación de complejo de superioridad injustificada y de avinagramiento injustificable. Para nada tiene que ver con la realidad de lo sucedido en el último cuatrienio, en el que habría que localizar las causas de la derrota. Produce asombro que la todavía ministra de Educación se aferre a unas disposiciones legales que van a ser de las más cortas de la historia de la Educación española por no haber partido del necesario consenso. A mayor sorpresa da lugar, no obstante, que se considere como virtud esa situación de apestado por aislamiento en que ha quedado el PP de cara a la composición de las mesas del Parlamento. Se pacta siempre desde el convencimiento en la propia fuerza y por la seguridad de que a la larga se obtendrán rendimientos de esa actitud. En definitiva, el aislamiento en política nunca es espléndido. En una escena muy recordada de Ninotchka, la película de Lubitsch, una comisaria soviética, papel desempeñado por Greta Garbo, les asegura a sus compañeros que "los últimos juicios de Moscú han sido un éxito" porque "habrá menos rusos pero serán mejores".
Esta especie de pretencioso purismo, alimentado con la munición que facilita el "lobby de la crispación", proporciona confianza temporal en que no hubo errores graves y poco hace falta para dar la vuelta a los comicios. Incluso asoma la tentación de percibir grandeza propia en lo que es pérdida de la orientación. Es un caso que se repite: ya le sucedió a Maura, que se consideró a sí mismo un mártir tras 1909, pero que en realidad se convirtió en un instrumento político inservible que, a partir de entonces, se limitó a repetirse como una especie de Jeremías pero más monocorde todavía.
En esa situación bien puede pensarse que el PP querrá repetir la estrategia de confrontación anterior a 1996 y eso le inhabilitará parcialmente para la oposición. Cuando murió Marilyn Monroe se le solicitó un juicio al director Billy Wilder. Dijo que la Segunda Guerra Mundial y la Monroe tenían en común una importante coincidencia: en ambos casos fueron "un infierno pero merecieron la pena". La oposición enfurruñada y solitaria puede ser, como mínimo, un purgatorio para todos pero ni siquiera al PP le va a merecer la pena porque con ella es dudoso que triunfe.
La victoria del PSOE ha sido muy dulce pero, además, parece, en sus primeros pasos, bien enderezada. No sólo es un acierto el tono y la voluntad de pacto. También se debe tomar buena nota de que parece resuelto desde un principio el engarce entre el partido y el Gobierno, la responsabilidad concreta de las vicepresidencias y la dirección de la política económica. Todo esto estaba muy lejos de estar siquiera planteado con los Gobiernos de González y hoy sabemos que trajo como consecuencia un continuo enfrentamiento entre Ferraz y Moncloa. Como si fuera consciente de las posibles críticas a la falta de experiencia, Zapatero ha elegido como ministros a muchos independientes o a personas de capacidad probada, aunque no estuvieran en su entorno inmediato del partido. Los peligros para este Gobierno vendrán de alguno de sus aliados, pero no parecen tan graves porque están convenientemente contrapesados, aparte de sujetos por el pacto.
La situación es, pues, esperanzadora: así lo descubren las encuestas. A la espera de que el PP quiera cambiar, las posibilidades del Gobierno de Zapatero son muchas. Maragall -el poeta, no el presidente de la Generalitat- escribió que en ocasiones en España parecía posible "reedificar todo sin derruir nada para que no se venga abajo la casa entera". Ojalá sea así en este caso.
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