El arte de decidir sin molestar
El próximo vicepresidente segundo y ministro de Economía y Hacienda se va de Bruselas sin dejar enemigos. Y no por actuar con mano blanda, porque no le ha temblado el pulso ni ante los más poderosos. Son testigos los ministros de Economía de Alemania, Hans Eichel, y de Francia, Francis Mer, que tuvieron que retorcer el Tratado de la Unión para pararle los pies dejando en suspenso el pasado noviembre el Pacto de Estabilidad. Ni así lo lograron porque llevó el caso al Tribunal de la Unión Europea. Pese a todo, "la relación personal es buena", repite.
Pedro Solbes (Pinoso, Alicante, 1942) ha mantenido esa actitud en su prolongada actividad política y, como suele repetir el todavía comisario de Asuntos Económicos de la UE, "no nos ha ido mal".
"Te será difícil sacar un titular", suele retar al periodista después de cada entrevista, para contar, entre bromas, que parte de su éxito reside en no ser nunca estridente, en no hacer grandes frases que originan adhesiones y rechazos, pero también en defender con firmeza aquello en lo que cree. Eso fue lo que hizo este políglota (habla inglés, francés, alemán y catalán) como protagonista en la puesta en circulación del euro y al llamar la atención a los países que se desviaban de las normas europeas (Irlanda, Portugal, Alemania, Francia...).
Su único y gran disgusto en la capital comunitaria ha sido el caso Eurostat, referido a la oficina estadística con sede en Luxemburgo, dependiente jerárquicamente de él, en la que se descubrieron irregularidades contables desarrolladas antes de ser nombrado comisario Solbes en 1999.
Doctor en Ciencias Políticas, abogado y economista, regresa ahora a una Administración que ya conoció muy bien como negociador de la adhesión de España a la Unión Europea (tras el triunfo electoral socialista en 1982), ministro de Agricultura (1991-1993) y ministro de Economía y Hacienda (1993-1996). Su talante lo muestra en los elogios que ha hecho a su predecesor, Rodrigo Rato, a quien ahora apoya como candidato a dirigir el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Está casado con Pilar Castro, técnica de Administración civil en activo, y tiene tres hijos (Teresa, Miguel y Lucía). El regreso de Solbes a Madrid supondrá en ese terreno la reunificación familiar, porque en estos cuatro años ha vivido solo en Bruselas y ha viajaba a Madrid los fines de semana.
En una y otra ciudad, en estos años no ha dejado de tener constantes contactos con los dirigentes socialistas españoles. Desde que el líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, lo incorporó hace unos meses a su equipo de notables, la suerte estaba echada: "Si gana el PSOE, será vicepresidente", repetían algunas personas próximas a él. Nadie había hecho tal promesa, pero, como insisten ahora, "era el hombre adecuado para el momento adecuado". Es decir, un político de peso y con experiencia para mantener la senda de crecimiento de la economía española.
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