Tocando el final

Chapuzón de críticas para la secuela de Final Fantasy X. A pesar de que comercialmente es probable que la estrategia les salga bien a los mandamases de Square-Enix, su predecesor ha vendido más de 10 millones de unidades, el coste emotivo es un desencuentro con los fans de la saga sin precedentes. En 15 años se han lanzado 10 Final Fantasy. Todos con una historia que empezaba y terminaba en cada entrega. Cada uno es una pieza independiente en sí mismo. Algo muy especial tenía que ocurrir para que uno de ellos necesitara una segunda parte. Pero no ha sido así. Final Fantasy X-2 es más de lo mismo, sin avances técnicos y con un tratamiento cursi de la historia que no convence a casi nadie. Una pobre conversión al formato PAL, traducida pero sin doblar, y la exclusión de una misión especial existente en la versión japonesa empeoran más las cosas para el lanzamiento europeo.

Dos años después de los compases finales de Final Fantasy X, Yunna ha crecido y se ha convertido en una famosa cantante de J-Pop. Tras mucho tiempo sin saber de Tidus, su amor platónico, llega a sus manos una esfera con poderes mágicos en la que se puede observar a su media naranja en algo que parece una celda.

Acompañada por Rikku y Paine, ambas guerreras experimentadas, inician una aventura para conseguir más esferas que les aporten pistas para llegar hasta su amado. Las caras, las ropas, los escenarios, el tratamiento de las luces durante los conciertos, son un regalo para las retinas. A pesar de que es el mismo motor gráfico que el disco anterior, no quita que conserva todas las virtudes visuales.

Se ha recuperado el modo de lucha de la séptima entrega y se le ha añadido un sistema de trabajo similar al de la sexta. Esto permite que con un simple cambio de traje, gracias a las vestisferas recogidas a lo largo de la aventura, las guerreras se conviertan en ladronas, pistoleras o magas. El resultado es un título sólo apto para fans incondicionales o para jugadores con ganas de probar un experimento.