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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

'Madrid en el corazón', de Vargas Llosa

Vaya por delante mi admiración por el escritor Mario Vargas Llosa, así como mi envidia por todas esas ciudades en las que ha vivido y ha hecho suyas, y a través de sus escritos, un poco nuestras. Por ello no salgo de mi asombro ante su artículo de opinión publicado el 21 de marzo (Madrid en el corazón) en su periódico. En él, Vargas Llosa escribe a propósito de lo acontecido en España en esa última semana: "De este modo, José María Aznar, el estadista que desde la transición dio el impulso más potente al crecimiento económico del país, creó cerca de cuatro millones y medio de puestos de trabajo, modernizó más las instituciones y dio a España una presencia y dinamismo en la escena internacional que no tenía desde el Siglo de Oro, era humillado y convertido en chivo expiatorio de la bestialidad homicida de Al Qaeda. De ingratitudes semejantes está hecha también la democracia...".

Dejando a un lado el hecho de que lo que une el atentado terrorista de Madrid y la pérdida del poder del PP no es una línea recta, como Vargas Llosa supone, sino un trazado con múltiples curvas donde la gestión del Gobierno de los momentos posteriores al atentado ocupan un lugar preferente, no puedo dejar de preguntarme si el Aznar que yo he sufrido en los últimos años es el mismo al que Vargas Llosa se refiere. ¿Es ese mismo Aznar que ha crispado la vida política de este país hasta límites insostenibles? ¿Es el mismo que ha ignorado olímpicamente al Parlamento y a su función de control sobre el Gobierno, negándose a crear comisiones de investigación, respondiendo a las críticas con el infantil "y tú más", aplicando su mayoría absoluta sin preocuparse de consensuar temas de interés para todos con el resto de los partidos? ¿Es el mismo bajo cuyas órdenes las cotas de manipulación de la televisión pública se han disparado con la circunstancia, inédita en cualquier país democrático, de que el jefe de los informativos ha sido condenado en firme por manipulación, y lo que es peor, ha seguido en su puesto como si nada? ¿El que ha convertido la mentira de Estado en instrumento de gobierno habitual?

Vargas Llosa habla de la presencia y dinamismo de España en el marco internacional. ¿Acaso se refiere al seguidismo de Bush, o a llevarnos a una guerra ilegal porque Bush le aseguraba que Sadam tenía armas de destrucción masiva, sin basarse en la inteligencia nacional, sin consultarlo con el Parlamento, sin hacer caso a más del 90% de la gente que le decía que ése no era el camino?

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Debe ser que mi admirado Vargas Llosa se refiere a otra persona. Porque el Aznar que yo he sufrido se ha ganado su derrota electoral del pasado domingo 14 de marzo a pulso en estos últimos años.- Paloma López García. Madrid.

De la abundante lectura de la edición de EL PAÍS del domingo 21 de marzo quiero destacar Madrid en el corazón, de Mario Vargas Llosa, y Otra política exterior, de Máximo Cajal. Siento de veras que Vargas Llosa, desde su tribuna privilegiada y con tanta proyección internacional, este primer domingo, después del triunfo socialista de las elecciones en España y tras el terrible atentado de Madrid, haya señalado que el compromiso electoral de Rodríguez Zapatero de retirar las tropas españolas de Irak a fines de junio, si la ONU no toma antes el control de la transición, a su juicio "es un error, como se lo ha recordado el senador Kerry, que tiene muchas posibilidades de ser el próximo presidente de Estados Unidos".

Lo que me ha irritado del artículo de Vargas Llosa es que no haga mención al deseo de tantos españoles -y a la posibilidad- de que la ONU tome el control de la transición en Irak -cuando menos, a que se abra un debate sobre ello, sobre la legalidad internacional- y por el contrario pase a alinearse tan abiertamente bajo el liderazgo de Estados Unidos.

Recuerdo, sin embargo, no hace mucho tiempo, otro artículo de Vargas Llosa en este mismo periódico sobre el conflicto palestino-israelí. En él aludía sin ambages a la legalidad internacional, y planteaba la resolución del problema palestino como verdadera piedra de toque para conseguir la paz en la región. Como antítesis a Madrid en el corazón, el artículo Otra política exterior, del embajador español Máximo Cajal, habla de corregir el rumbo de la política exterior de España; de que habrá que reconquistar la autoridad moral de que gozábamos en el sistema de las Naciones Unidas, comenzando por el Consejo de Seguridad, del que todavía formamos parte. Aboga por que España, con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, y con Rusia y Alemania, con Chile y Brasil y con los demás no permanentes, coadyuve a una negociación que permita a las Naciones Unidas auspiciar la resolución que legitime un nuevo estado de cosas en Irak.

Apunta Cajal un montón de ideas para contemplar en el inicio de una nueva etapa: el multilateralismo frente al unilateralismo global, la prevención de crisis y de conflictos frente a la guerra preventiva, la fe en la Unión Europea, la amistad con la nación árabe, la necesidad de una mayor involucración española y europea en la solución del conflicto israelo-palestino. Gracias por ofrecernos la posibilidad de expresar distintos puntos de vista.- Ángeles Yetano Laguna. Barcelona.

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