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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Varapalo a Chirac

Menos de dos años después de la triunfal reelección de Jacques Chirac como presidente de la República con un 82% de los votos, los franceses le han propinado un varapalo en las urnas. La izquierda no sólo se ha hecho con 20 de los 22 gobiernos regionales, sino que ha superado el 50% de los votos por vez primera desde la victoria de Mitterrand en 1981. Un factor del triunfo ha sido que la izquierda - socialista, comunista y verde- se ha presentado unida y ha sacado al electorado de su apatía, con una participación de un 65%, tres puntos más que en la primera vuelta. Pero los socialistas no han echado las campanas al vuelo. Saben que aún les falta un liderazgo y un programa claro. La gran ventaja es que han cobrado fuerza suficiente para prepararse de cara a la cita de 2007.

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Una vez más las urnas ha puesto en claro el factor distorsionador que supone el Frente Nacional de Le Pen. Gracias a la abstención y a la división de la izquierda, el dirigente ultraderechista pudo desbancar al socialista Lionel Jospin y pasar a la segunda vuelta en las presidenciales de 2002, lo que derivó en la engañosa y aparatosa movilización general en torno a Chirac. Aunque sólo haya obtenido el 13% de los votos -casi cuatro puntos menos que en 2002-, el FN ha logrado representación en 17 consejos regionales y sigue forzando al centro-derecha, e incluso a parte de la izquierda, a radicalizarse en cuestiones como la inmigración.

Chirac no puede culpar única ni primordialmente a Le Pen de la derrota en las regionales. Francia lleva meses de malestar por los recortes en el sector público, desde el número de funcionarios a los gastos en investigación y desarrollo. El castigo -aunque los franceses suelen castigar a su Gobierno siempre que pueden- ha sido claro. Y no necesariamente positivo a tres años de las siguientes elecciones presidenciales y parlamentarias. La economía francesa necesita reformas en profundidad y la mayoría actual, tras este voto de desconfianza, lo tendrá aún más difícil para llevarlas a cabo.

Se impone que Chirac opte no por un mero reajuste, sino por cambiar de primer ministro ante la impopularidad en que ha caído Jean-Pierre Raffarin. Le cabe apostar por quien tiene más popularidad y fuerza política, que es su actual ministro del Interior, Nicolas Sarkozy. O también esperar al nuevo castigo previsible en las elecciones de junio al Parlamento Europeo. Pero Francia necesita salir de su crisis, entre otras cosas, para que Europa vuelva a funcionar bien.

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