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El 'calcio' estudia una ley de quiebras especial para los clubes

Enric González

Todos los estamentos del fútbol italiano se reunieron ayer en un hotel milanés para buscar soluciones a una formidable crisis económica que podría llevar a la desaparición de clubes tan importantes como el Roma, el Lazio, el Parma y el Nápoles. El vicepresidente de la federación nacional, Giancarlo Abete, explicó que el objetivo era "aproximar posiciones y crear un consenso" sobre las medidas necesarias. Tanto la federación como los clubes y los jugadores se mostraron a favor de una nueva ley de quiebras, propuesta por el presidente del Comité Olímpico, Gianni Petrucci, que evitase la disolución de las sociedades deportivas.

A corto plazo, la situación parecía crítica. Los clubes de la Primera División, representados por el presidente de la Liga y vicepresidente del Milan, Adriano Galliani, acudieron con una deuda global superior a los 2.000 millones de euros y unas pérdidas colectivas de 400 millones este curso. Algunos, como el Lazio y el Roma, con una deuda de unos 400 millones cada uno y retrasos con Hacienda cercanos a los 100 millones, necesitaban un prodigio. La inscripción en las competiciones europeas, cuyo plazo se cierra mañana, podría realizarse con algunos trucos contables y legales. Pero la inscripción para la próxima Liga, que requiere estar al día en los pagos al fisco, a los jugadores y a otros clubes, se presentaba dificilísima.

La UE para a Berlusconi

El presidente del Gobierno y dueño del Milan, Silvio Berlusconi, tuvo que descartar la semana pasada su plan para "perdonar" las deudas fiscales del fútbol, algo que no aceptaban ni la Unión Europea ni sus aliados en el Ejecutivo.

A la espera de alguna solución de emergencia que evite el desastre en junio próximo, los estados generales del calcio se dedicaron en su reunión milanesa a buscar fórmulas de saneamiento con vistas a la temporada 2004-05 y las siguientes.

El plan del presidente del COI, Petrucci, suponía una especie de "red de seguridad" para los clubes que acabaran engullidos por la deuda. Se basaba en una ley de quiebras específica para el sector que desvincularía la gestión empresarial de la sociedad deportiva; de esta forma, el nombre y el historial del club se mantendrían, aunque la empresa tuviera que disolverse. En vez de tener que volver a empezar desde la Tercera Regional, como ocurre ahora -ése fue el caso del Fiorentina-, sólo descenderían a la categoría inmediatamente inferior. Los jugadores de los clubes quebrados, por su parte, quedarían en libertad para buscar nuevos empleos.

Otras propuestas debatidas ayer fueron la de limitar los gastos de los clubes al 60% de sus ingresos, la de reducir las plantillas a un máximo de 25 jugadores y la de recortar automáticamente los salarios de los futbolistas un 40% en caso de descenso de categoría.

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