Falso mutis
En el teatro se llama mutis a la salida de un personaje. Como en la vida, no siempre se va. Hay un "falso mutis": hace que se va, y vuelve. Como Aznar. A los críticos nos pone de los nervios esa mala figura. Lo sabemos de antemano: el caminar del actor a la salida le delata por el ritmo desigual de sus pasos y su propia prevención: va a volver en cuanto llegue a la puerta. Y en la vida. Lo hacen amantes: llenan sus maletas y gimen; pero se quedan. "Dice que se va, dice que se va, y vuelve", canta un coro de zarzuela. "Con que estás que te vas, y te vas y te vas y no te has ido...". Me acuerdo de un guapango, quizá de Chabela o de María Dolores, que empieza: "No me amenaces, no me amenaces...".
Hace sus falsos mutis Aznar: y sus amenazas, las mismas. Empezó con Polanco, se va con Polanco. Tiene poca letra. Quiso empapelarle, y el empapelado fue el juez, y Aznar luego tuvo que indultarle; pobre alguacil alguacilado (como en Quevedo), inspirado por los conspiradores que no estaban en el Grupo PRISA, o habían salido malamente de él. Envenenadores como Yago silbando al oído de Otelo: ¡tenía que ser tonto Otelo para creerlo! Diez años hará desde que empezaron los ataques a Polanco y al Grupo PRISA, a este periódico y a la cadena SER -los tomo como a mí mismo, en mi pequeñez-, y siguen así en el largo camino de Valladolid a Vistalegre. Llegó ufano y poderoso, se va rabo entre piernas hablando del honor que le quieren mancillar porque, habiendo mentido, dijeron que había mentido. No es lo que suceda, sino que se diga lo que sucede: artimaña política de la que nació una banda de bichos de los que se ocultan debajo de las piedras: los censores. Alucinación repetida: del antagonista y el protagonista de la tragedia hasta Tom y Jerry.
Sí, se viene diciendo adiós desde el Congreso de EE UU, ante diez o doce congresistas y relleno de funcionarios que tuvieron que ir a escuchar al reyezuelo lejano que puso sus lanzas al servicio cesáreo, hasta los quince o veinte mil a los que pagaron autobuses hasta la plaza: no sé si les dieron los bocadillos que daba Franco. La letra es la misma. La del burlesco valentón de Cervantes: "Y el que dijere lo contrario, miente. Y luego, incontinente, caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese, y no hubo nada". Nada.
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