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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Plaza de Las Doblas

Desde hace unos años, Córdoba está cambiando más intensa y rápidamente de lo que seguramente lo había hecho nunca antes. Se ha modificado profundamente la fisonomía de zonas neurálgicas, se están construyendo barrios enteros y se renuevan calles, plazas y rincones, de forma que todo va quedando más vistoso, presentable, agradable y vividero.

Como quiera que parte de nuestro ámbito urbano ha merecido la calificación de Patrimonio de la Humanidad, este proceso se ha confiado al arbitrio de un plantel de tecnócratas del urbanismo tan nutrido como selecto que, desde la Gerencia, lo dirige con la vista siempre fija en un único horizonte: "Hacer ciudad". Pero a veces da la sensación de que esta meta se confunde con la de "hacer currículum" en las miopes miras de alguno de estos arquitectos, a los que se les va la mano y acaban haciendo más ciudad de la necesaria.

Algo así debe haber ocurrido en la plaza de Las Doblas, donde no parecía preciso hacer nada. Era un rincón de encanto que sólo requería la concurrencia de transeúntes dispuestos a gozar de su recogimiento, un paréntesis de sosiego en pleno centro, con su fuentecita calmosa y su aroma a azahar reconcentrado en primavera. Un lujo irrepetible destruido tan brutal como gratuitamente. No se comprende esta actuación, salvo considerándola promovida a la mayor gloria de cualquier artista del hormigón obcecado en su afán de lucimiento.

Quizá Córdoba ha llegado a ser una ciudad bella por haberse desarrollado al margen de las corrientes arquitectónicas. Y, quizá, la gestión que requiere es más bien de realce que de reconstrucción. En cualquier caso, deberían tener más cuidado con lo que eliminan.

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