"Muchas gracias, y espero que les vaya bien"

El estilo de José María Aznar pasará, sin duda, a los anales de la Unión Europea por su concisión, su "sequedad" incluso, que funcionarios y diplomáticos de la organización comentaban ayer en esos términos literales, sorprendidos por una conducta que excede incluso de lo que razonablemente suele considerarse propio de la proverbial adustez castellana.

"Muchas gracias, y espero que les vaya bien", fue todo lo que dijo el presidente saliente español al ponerse en pie en el Consejo para solemnizar su despedida. Tan breve epílogo para una convivencia que con alguno de los presentes se remonta a ocho años dejó sin palabras incluso a los recién llegados bajo la circunstancia histórica de la reunificación europea. El presidente de turno, el irlandés Bertie Ahern, había señalado, además, la ocasión con un pequeño discurso en el que agradeció la contribución de Aznar a la causa de Europa y destacó sus méritos. El Consejo aplaudió al homenajeado. Y éste les correspondió con ocho palabras.

El silencio ha sido la norma de Aznar en esta cumbre. Tuvo una pequeña intervención sobre terrorismo en la sesión de trabajo del jueves, pero no abrió la boca en la cena posterior. Se habló, sobre todo, de la Constitución europea, y el pacto de transición con su sucesor, José Luis Rodríguez Zapatero, le impedía decir lo que piensa en un tema por el que se enfrentó como nunca con Francia y Alemania. El líder del PSOE quiere abordarlo desde perspectivas más flexibles y nuevas. Aznar fue el primero que se retiró de la mesa.

Ayer por la mañana se encerró en su despacho y entró en el Consejo cuando las cámaras de televisión se habían retirado. Tampoco abrió la boca, más que para pronunciar las ocho palabras reseñadas. Luego, posó en la última fila de la foto de familia, sin entretenerse con nadie. No cruzó ni una mirada con el canciller Gerhard Schröder, que estaba justo delante.