Lo suyo es puro teatro
Javier Conde puso en escena su recurso infalible: la teatralidad. No le falla nunca y sabe cómo y cuándo echar mano de ella. Conde sabe lo que hace y muestra su número, a caballo entre lo místico y el ballet. Su primera faena, a toro flojo como el resto de la corrida, tuvo demasiadas astillas. Una serie con la derecha, estirada y con el compás abierto, fue lo más ligado. La faena quedó en una serie discontinua de chispazos sueltos.
En el quinto, el espectáculo fue total. También blando el toro, y muy dócil, se metió en la muleta de Conde sin resistencia. Los primeros pasos de esa faena los dio Conde muy distanciado. Atada ya la confianza, se levantó el telón y comenzó la función. Los arranques de genialidad bien estudiada hicieron sus efectos. Los paseos entre serie y serie preparaban al personal para compartir el trance del torero. Y la faena se desarrolló en un clima de éxtasis total.
Garcigrande / Ponce, Conde, Tejela
Toros de Garcigrande, correctos de presencia, blandos pero nobles. Enrique Ponce: silencio; aviso y saludos. Javier Conde: aviso y oreja en los dos; Matías Tejeda: silencio y palmas. Plaza de Castellón, 26 de marzo, 6ª de feria. Más de media entrada.
El contrapunto a tan extraordinaria interpretación lo puso Ponce. Pero ayer no contaba con el favor de la gente, por lo menos de una parte de ella. Con el primero la cosa no pasó de ser algo muy técnico ante toro de escaso viaje. En el cuarto, muy en el tipo de la casa, Ponce destapó la caja de sorpresas. Muy comprometido, amasó una faena profunda, matemática, sentida e inspirada. El toro, justo de fuerzas, no volvió a ser protestado y sacó sus fondos reservados de calidad.
Matías Tejela, ante dos astados de escaso fuste, anduvo breve y voluntarioso.
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