"El lector ha cambiado: es más consumidor"
Durante muchos años Pierre Lepape fue el símbolo de la crítica literaria en Francia. Su trabajo en el diario Le Monde orientó a miles de lectores. Su investigación y conocimiento de las letras francesas le llevaron a convertirse en autor de obras sobre Voltaire, Diderot o Gide que, más allá de su carácter divulgativo, alcanzaron elevada categoría literaria. Ahora, con Le pays de la littérature, Lepape recorre casi doce siglos del poder de la lengua gala
PREGUNTA. ¿Por qué razón Francia es o ha sido "el país de la literatura"?
RESPUESTA. Porque en ningún otro lugar la historia de la literatura y el papel de los intelectuales aparece tan estrechamente ligado a los poderes político, social y religioso. La nación francesa nace el 14 de febrero de 842, cuando los herederos de Carlomagno se reparten el imperio y lo hacen en función de la lengua hablada: al este los que hablan alemán, al oeste los que hablan el francés de la época. La historia del país se confunde con la edad adulta de la lengua que, por primera vez, es equiparada al latín...
P. Pero ese punto de partida también valdría para los alemanes y...
R. La nación alemana moderna no aparece hasta el siglo XIX. El país estuvo dividido durante siglos en distintos principados, en manos de familias aristocráticas y ninguna solicitó la ayuda de los escritores para dar más solidez a su dinastía.
P. La institucionalización del francés como idioma de Estado data de 1539.
R. Es François I quien firma el edicto de Villiers-Cotterêts que servirá para que el francés pase a ser la lengua oficial de la Administración. Los funcionarios que redactaron el texto lo decidieron así: para hablar con Dios se emplea el latín, pero el idioma del rey es el francés. Y si el del rey es el francés entonces, metafísicamente, ese idioma pasa a ser el único que puede compararse al latín.
P. Usted evoca otros muchos elementos que caracterizan Francia como "país de la literatura".
R. Claro. Por ejemplo, el que la primera huelga de estudiantes que conoce el mundo -en la Sorbona, en 1229- sea para defender los privilegios y la autonomía de una institución intelectual, el hecho de que el primer "hombre de letras" francés capaz de vivir de su pluma sea una mujer (Christine de Pizan), la creación misma de la Academia, el hecho de que ésta tenga el monopolio de la edición del diccionario en Francia, la voluntad real de imponer un modelo de lengua, la figura de Louis-Sébastien Mercier como "inventor" de una suerte de literatura democrática, el hecho mismo de que los políticos profesionales necesiten publicar un libro como mínimo para aparecer ante los electores como gente respetable y tener un plus de legitimidad...
P. ¿Por qué con la muerte de Sartre y su entierro también muere y se entierra ese "país de la literatura"?
R. Sencillamente, porque el libro ha dejado de ser el único y el más importante soporte de transmisión de información y cultura, porque el tiempo se ha acelerado y el libro requiere un tiempo lento. El lector también ha cambiado: es más infiel, más consumidor que adepto, el hecho de que el texto de un autor le haya gustado ya no significa que quiera leer todos los otros textos de ese mismo escritor... La actitud del lector es otra como es otro el peso de las instituciones intelectuales. Hoy ningún personaje puede tener el poder y la influencia que tenían Sartre o Gide... es un problema de fe: en la Iglesia siempre ha habido corrupción pero la gente creía. Hoy ese mecanismo se ha roto.
P. Su libro puede leerse como un manual de historia de la literatura.
R. Los manuales, o bien hablan de literatura al margen del resto de la historia y organizan la creación en periodos, movimientos, etcétera, o bien se centran en la historia política y social y convierten la literatura en un apéndice que sólo se contempla por razones sociológicas. A mí me interesaba hablar de cómo se articula la relación entre la literatura y los distintos poderes, respetar a un tiempo la autonomía del fenómeno literario y marcar sus límites, sus conexiones con otras lógicas e intereses.
P. Que "el país de la literatura" haya muerto no significa que en Francia no haya hoy buenos escritores.
R. Lo que ha cambiado es el valor y la importancia que se concede a lo escrito y al escritor, pero eso no impide que Pascal Quignard, por poner el ejemplo de alguien que aprecio, esté desarrollando una obra personal, importante, con voz y pensamiento propio, renovadora. Pero ésa ya es otra cuestión.
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