Ministros en funciones cansados y abatidos
Cuando llegó al Consejo, el presidente del Gobierno español en funciones, José María Aznar, no parecía ser el más abatido de la delegación, pese a estar sometido al pacto que ayer por la mañana cerró en el palacio de La Moncloa con su sucesor, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, y a la incomodidad consiguiente de no poder dar rienda suelta a sus convicciones en sus últimos debates europeos.
El ministro de Economía y vicepresidente segundo en funciones, Rodrigo Rato, y la titular de Exteriores, Ana Palacio, dejaron traslucir de un modo más acusado su decepción y cansancio tras últimos días vividos. Sobre todo el primero, que ayer vio como se complica su camino hacia el FMI.
Palacio se movió por la sala del Consejo, besó al primer ministro británico Tony Blair, y conversó con su homólogo alemán, Joschka Fischer. Aznar, en cambio, se mantuvo sentado, sin saludar a Blair ni al presidente francés Jacques Chirac y al canciller alemán Gerhard Schröder, que charlaban en corrillos. Aznar sólo intercambió saludos con quienes se le acercaron: sus vecinos, el eslovaco Mikulas Dzurinda, y el belga, Guy Verhofstadt; además del presidente de turno de la UE, el irlandés Bertie Ahern. Javier Solana pasó por detrás y le dio un golpecito cariñoso.
Por cierto, que el alto representante de Política Exterior de la UE sigue pensando en Europa: "No espero nada. Creo que estoy haciendo una labor, que estoy haciendo lo mejor que puedo, y creo que es la mejor manera que tengo de servir a Europa y de servir también a mi país", le dijo Javier Solana a un periodista que le preguntó si esperaba entrar en el futuro Gobierno de Rodríguez Zapatero.
Aznar no se quedará hoy a almorzar en Bruselas con los demás líderes europeos. Regresa a Madrid. Ya lo ha hecho en otras ocasiones, aunque no siempre, y que esta vez se trate de su despedida no parece un motivo suficiente.
