Un acomodado marroquí coordinó los atentados, según Rabat
El cerebro del 11-M está en Asia Central, pero sus ejecutores -algunos de ellos ya detenidos en España- e incluso su coordinador son marroquíes. Se llama Abdelkarim el Mejjati. "Los servicios de seguridad marroquíes tienen serias sospechas de que Mejjati estuvo en Madrid poco antes del 11-M", afirma Mohamed Darif, profesor de la Universidad de Mohamedia experto en islamismo. Los marroquíes no brindan, por ahora, ningún dato sobre su paso por España.
Mejjati es probablemente, según esta fuente, el eslabón entre Jamal Zougam, apresado el 13 de marzo en Madrid, y Abu Mussab Zarkaoui, un jordano, colaborador de Osama Bin Laden, que acaudilla la resistencia islamista en Irak y que podría haber ordenado la matanza del 11-M.
El general Hamidu Laanigri, que manda la Seguridad Nacional en Marruecos, tiene previsto desplazarse el domingo a Madrid para reunirse con el director general de la Policía, Agustín Díaz de Mera. Su visita ha sido precedida por la de sus agentes, que llegaron el 14 de marzo a la capital.
Mejjati, de 36 años, desapareció de su casa de Casablanca, en el lujoso barrio de Gauthier, justo después de los atentados que sacudieron esa ciudad, en los que ya jugó un papel.
Abdelhalak Bentasser, otro islamista muerto, en mayo, en condiciones sospechosas tras ser interrogado por la policía marroquí, dio, según Darif, el nombre de Mejjati. Bentasser fue el terrorista de mayor rango que las fuerzas de seguridad marroquíes lograron atrapar.
Para Darif, Mejjati podría ser incluso el jefe del grupo de los combatientes marroquíes y no, como se supone, Mohamed el Guerbuzi, exiliado en Londres. Este movimiento habría proporcionado la mano de obra para perpetrar los atentados. El diario árabe Al Hayat logró localizar a Guerbuzi y publicar, ayer, una entrevista en la que lo niega todo.
Pese a ser considerado por el FBI norteamericano como una "posible amenaza contra EE UU", Mejjati no tiene el perfil de un terrorista. De madre francesa, estudió en el Liceo Francés de Casablanca y estuvo primero casado con una norteamericana. Era un joven burgués que se radicalizó, y la ropa rigorista que sigue llevando su segunda mujer, en Gauthier, ilustra hasta qué punto apostó por un islam extremista.
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