Pillus ibericus
El Pillus ibericus es un coleóptero tan voraz que puede acabar con un campo de golf incluso antes de que empiecen a construirlo. El Pillus es un escarabajo que, como su propio nombre indica, se dedica al pillaje por las ibéricas dehesas, atacando con especial virulencia a las encinas, hasta ahora con la más absoluta impunidad porque su especie ni siquiera había sido descubierta. Sorprendido en flagrante delito en los encinares de Tres Cantos, el depredador enmascarado ha sido aprehendido, clasificado y fotografiado y ha saltado del anonimato a la fama de los periódicos y de las publicaciones especializadas.
La comunidad científica muestra su satisfacción por el hallazgo, los ecologistas se felicitan y el Ayuntamiento de la localidad madrileña, en cuyas proximidades se encontró el bichito, se da con un canto más en los dientes por la inoportunidad del descubrimiento en unos terrenos en los que proyectaba construir un campo de golf.
Por otra parte, la Comunidad de Madrid, presidida en la actualidad por una aventajada jugadora del noble deporte de los 18 hoyos, obligó hace dos años al Ayuntamiento de Tres Cantos a cambiar su proyecto golfístico tras la presentación de un escrito firmado por 5.000 vecinos de la localidad que alertaban sobre el impacto ecológico del plan. Efectuadas las modificaciones requeridas, el Consistorio espera hoy la autorización o el rechazo definitivo de las autoridades comunitarias.
La irrupción en el paisaje del escarabajo maldito contará en la toma de decisión como un factor más a favor de los que se oponen a un proyecto financiado mayoritariamente por capital privado. A la oposición de los ecologistas, los 5.000 vecinos y los representantes municipales del Partido Socialista Obrero Español y de Izquierda Unida se une ahora el proteccionismo de esta rara especie a cargo del Museo de Ciencias Naturales y de sus investigadores.
Sobre las ventajas del campo de golf se pronuncian los portavoces del Ayuntamiento y los frustrados constructores de hoyos: dicen los primeros que el terreno elegido no es más que una escombrera y aducen los segundos que el escarabajo podrá vivir estupendamente en sus instalaciones "porque no se va a cortar casi ninguna encina, que es donde vive", un aserto que recuerda las declaraciones que hace unos años efectuase un representante del Ministerio de Defensa, asegurando que los polígonos de tiro del Ejército del Aire constituyen un paraíso ideal para la fauna en general y para las aves en particular pues, a cambio de unos cuantos bombazos, con proyectiles de carga hueca, se encuentran a salvo del más cruel de los depredadores, el homo sapiens.
Les falta decir a los defensores del campo que el pillo ibérico de Tres Cantos contará como ventaja adicional la de asistir sin pagar a todos los torneos cómodamente encaramados en sus encinas, y quién sabe si en el futuro no acabarán mutando en escarabajos peloteros, que al fin y al cabo son parientes suyos.
¿Tanto vale un escarabajo como para que por su causa se pare una obra de tamaña envergadura? ¿Cómo es posible que un insignificante insecto se convierta en insalvable obstáculo frente al progreso?
Para responder a estas preguntas, sin abandonar el espacio geográfico de Madrid, podemos recurrir a otro coleóptero célebre y castizo, la Phytodecta variabilis de la Dehesa de la Villa, sin cuya imprescindible y decisiva colaboración no hubiera podido demostrar en los años veinte del pasado siglo el naturalista y biólogo don Antonio de Zulueta que el cromosoma Y también contenía material genético, descubrimiento trascendental para fundamentar la explicación de la determinación del sexo en la descendencia.
El investigador barcelonés trasplantado a Madrid, traductor al castellano de El origen de las especies, de Charles Darwin, realizó su descubrimiento observando cómo copulaban estos insectos que habitan en las retamas de la Dehesa, otro espacio natural que ya era bosque en la Edad Media, aún hoy perpetuamente amenazado por los artificios del progreso urbanícola.
Los insectos, que algún día heredarán el planeta Tierra, de momento nos siguen ayudando a conservarlo y hacerlo habitable.
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