Un recorrido por el agua en las artes escénicas

Las olas que inventó el grupo teatral La Fura dels Baus para inaugurar en Barcelona los Juegos Olímpicos de 1992 figuran en la entrada de la exposición Agua a escena. Un recorrido por el agua en las artes escénicas, abierta ayer en la Fundación Canal, de Madrid (Mateo Inurria, 2, www.fundacioncanal.com, hasta el 16 de mayo), para conmemorar el Día Mundial del Agua. En el interior hay otros dos modelos mecánicos, que se conservan en el Museo Olímpico de Barcelona, y un vídeo de la ceremonia.

Ángel Martínez Roger, profesor de escenografía en la Escuela de Arte Dramático de Madrid, recoge como comisario las imágenes del agua como metáfora e inspiración para la creación en todas las artes del espectáculo. "Es una lectura transversal sobre la presencia del mar en el teatro, la ópera, la danza, el cine y en los espacios naturales que se modifican para la representación", declaró ayer.

La visión transversal figura en los seis bloques temáticos en que se divide el montaje, que se inicia en los paneles donde se reproducen las naumaquias, el espectáculo simulacro de combate naval, desde la época de Julio César en el año 46 antes de Cristo, pero también reinterpretado por La Fura en sus batallas ficticias. Otras iconografías del mundo marino se agrupan en el apartado de monstruos y alegorías marinas, que entra en una función del teatro Farnese de Parma en el siglo XVII pero también ilustra a Esther Williams, la Venus y la sirena del cine en fotos y vídeo de Escuela de sirenas.

En otros paneles se han agrupado las embarcaciones utilizadas en las artes escénicas, con los mascarones de Giacomo Torelli en el siglo XVII, los acorazados constructivistas de Meyerhold y los barcos soñados o reales de películas como

Y la nave va, de Fellini, y Cleopatra, de Mankiewicz. La maquinaria y los ingenios utilizados en la caja teatral para el movimiento de escenas de embarcaciones, olas y cascadas tiene un antecedente ilustrado en los grabados de la Enciclopedia de Diderot y D'Alembert, con sus máquinas de teatro, y en el tratado de Nicola Sabattini que dedica en 1638 a otros aspectos teatrales. La historia de la escenografía tiene numerosos ejemplos en el bloque dedicado al mar representado, con decorados pintados y máquinas barrocas que simulan los efectos marinos junto a interpretaciones modernas, como el baile erótico de Sally Rand en los años treinta o el espectáculo de Robert Wilson en Perelada 1998. También figuran los espacios que se transforman para las representaciones, como los descensos con falúas por el Tajo en el siglo XVIII o el montaje de Un ballo in maschera sobre el agua del lago Constanza. El montaje se completa con decorados, figurines y maquetas y proyecciones con un espacio sonoro de Ignacio García.