Una melodía reconocible
Todos los jueves acerco mi vista a la última página del cuadernillo que su diario dedica al País Vasco. En ella se puede oír la dulce melodía que surge de la columna que Enrique Mochales nos dedica semana a semana. El problema es que esa melodía no la acabo de entender, no sé si lo que él escribe es música experimental de vanguardia o simple música folclórica. ¿De qué habla usted señor Mochales?¿A qué se refiere con sus artículos? ¿Son acaso sus artículos el fruto de la escucha de las sesudas -aunque escasas- letras de Marc Robot? O, por el contrario, ¿son el fruto de las alocadas y bañadas en psicotrópicos letras de algunos de los discos de Frank Zappa? No lo sé, el caso es que me divierten.
Un ejemplo de esto que estoy hablando, es prácticamente toda la serie de artículos que nuestro autor ha dedicado a su familia. En ellos el surrealismo llega a su máxima expresión. Para que se hagan una idea de lo que hablo les contaré mi versión resumida de uno de ellos: "Como mi hermanito está comiendo pipas mientras se la(s) pela y mi padre observa complacido, entonces mi abuela aparece haciendo el pino". Vamos que es el despiporre. De hecho, si pretenden pasar un buen rato, les recomiendo que vaya a la hemeroteca más cercana a su casa y se agencien los números atrasados de El País en los que aparecen estas columnas, si le pillan el punto surrealista seguro que se ríen un rato.
Disfruto con sus artículos, pero creo que debería ampliar su repertorio musical y oír otras melodías. Por ejemplo las de Stravinsky, que decía que la música eran formas absolutas en las cuales había que dejar el sentimiento de lado. Sin llegar a este extremo de objetividad, le rogaría que de vez en cuando, deje su faceta artística de lado y nos regale columnas con un temática más mundana.
