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Crónica:NUESTRA ÉPOCA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Bienvenidos al 'Titanic'

Timothy Garton Ash

O sea que, cuando Al Qaeda haga estallar una bomba en Londres, ¿echaremos la culpa a Tony Blair? Si pretendemos seguir siendo libres en un mundo tan peligroso, necesitamos aclararnos un poco las ideas.

Una semana después del atentado de Madrid, y justo un año después de que Blair presentara ante la Cámara de los Comunes sus apasionados argumentos para justificar la participación en la guerra emprendida por Estados Unidos contra Irak, tenemos que reconocer que pueden ser verdad, al mismo tiempo, estas dos cosas: 1) Blair hizo mal al involucrarnos en la guerra de Irak, que no ha ayudado a derrotar a Al Qaeda. 2) Blair hace bien al advertirnos de que vivimos todos bajo la amenaza de un terrorismo islámico anterior a la guerra de Irak, que nos atacaría aunque no estuviéramos en Irak y que se sentirá reforzado por la promesa española de retirarse de Irak. Y los colaboradores de Al Qaeda se apuntarán el tanto, gracias a su acción terrorista en Madrid.

Ha sido una semana terrible para lo que queda de Occidente. Tras unos momentos de emocionante solidaridad hemos recaído en la confusión más amarga
La derecha en EE UU acusa al electorado español de 'contemporización'. Acudió a votar en defensa multitudinaria de la democracia frente al terrorismo
En las reformas de Oriente Próximo, los europeos teníamos que haber empezado por el conflicto palestino-israelí, que sirve más de reclamo que Irak a Al Qaeda

No es Gran Bretaña el único país que se debate entre estas dos ideas. También les ocurre a todos los demás países europeos y a Estados Unidos. Ésta ha sido una semana terrible para lo que queda de Occidente. Después de unos momentos de emocionante solidaridad -las grandes manifestaciones en España, los tres minutos de silencio observados en toda Europa-, hemos vuelto a caer en la confusión más amarga. Ya ocurrió a los pocos meses del 11-S estadounidense, con las discrepancias entre europeos y norteamericanos sobre la respuesta más apropiada al ataque de Osama Bin Laden. Ahora ha sucedido a los pocos días del 11-S europeo.

Los comentaristas de derechas en Estados Unidos acusan a los votantes españoles de "contemporización". Eso es una grosería. Si acudieron a votar más de tres cuartas partes de los electores españoles fue en una defensa multitudinaria de la democracia frente al terrorismo. Cada votante español actuó como soldado en la "guerra contra el terror". Votaron de distintas formas por todo tipo de razones. Históricamente, la afluencia masiva siempre ha favorecido a la izquierda. Parte del antiguo electorado comunista dio un voto útil a los socialistas. Muchos votantes indecisos castigaron al Gobierno conservador de José María Aznar por haber atribuido inicialmente el atentado a la organización terrorista vasca ETA. Y, por supuesto, hubo algunos que, emocionalmente, le consideraron culpable de haber convertido España en un blanco terrorista con más probabilidades por apoyar la guerra de Bush en Irak. Ahora bien, decir que todo eso significa "contemporización" es un insulto estúpido.

Desde el punto de vista subjetivo de las intenciones de los votantes españoles, el resultado de las elecciones no fue una victoria de Al Qaeda. Pero objetivamente -como decían los marxistas- lo es. El atentado de Madrid va a conseguir seguramente lo que recomendaba un mensaje aparecido hace meses en una página web de islamistas radicales: aprovechar el momento electoral para sacar a España de la coalición de "cruzados y sionistas" en Irak. ¿La conclusión?: el terrorismo se sale con la suya.

Conferencia de prensa

El problema lo ha empeorado la desastrosa conferencia de prensa dada el primer día por el nuevo primer ministro socialista de España, José Luis Rodríguez Zapatero, que tiene un nombre largo pero corta experiencia. Evidentemente, habría estado mal que hubiera renegado de sus promesas electorales, incluida la de retirar a las tropas españolas de Irak si no hay un mandato de la ONU que transforme por completo el carácter de la ocupación. No obstante, el tono vehemente con el que repitió sus críticas a la política angloamericana en Irak, al hablar de una guerra basada en "mentiras" y exigir la "autocrítica" de Blair y Bush, resultaba apropiado para un mitin de campaña, pero no para un hombre de Estado que va a asumir la dirección de un país en primera línea de la defensa internacional de la libertad contra el terrorismo islámico. "No se puede bombardear a un pueblo", dijo Zapatero. Las bombas a las que se refería no eran las de Al Qaeda que acababan de causar una matanza entre su gente, sino las que Estados Unidos arrojó sobre Irak hace un año. Fue casi como si Bush y Blair hubieran colocado la bomba en la estación de Atocha.

¿Qué pasa ahora? Que los estadounidenses dicen que los europeos son unos pusilánimes, Francia celebra discretamente el regreso de España a "la vieja Europa" y todo el mundo se pelea por Bush e Irak, en vez de afrontar las amenazas actuales contra nuestras libertades. Igual que los Borbones: no hemos olvidado nada y no hemos aprendido nada.

Hay otras cosas de las que sí deberíamos estar hablando. Uno de los hombres acusados de llevar a cabo el atentado de Madrid, Jamal Zougam, vivía en España mientras le investigaban los servicios policiales o de información de tres países, por lo menos: España, Francia y Marruecos. ¿Cómo no descubrieron lo que estaba tramando? ¿De qué forma podemos mejorar la cooperación de las policías y los servicios secretos en Europa y a través del Atlántico? ¿Qué cambios tenemos que estar dispuestos a aceptar? Por ejemplo, creo que todos deberíamos tener carnet de identidad y llevarlo siempre encima. ¿Y qué restricciones a las libertades civiles no debemos aceptar jamás? Respuesta: Guantánamo, o cualquier equivalente europeo.

¿Cómo podemos hacer que los musulmanes se sientan más cómodos en Europa, para poder secar el pantano en el que se crían los mosquitos terroristas? En la Unión Europea hay ya, al menos, 12 millones de musulmanes. En su gran mayoría son ciudadanos pacíficos y respetuosos con la ley, horrorizados por estos actos; pero una minoría importante está formada por personas pobres, en paro y marginadas. Para conocerles no hay más que pasarse por una de las placitas del barrio madrileño de Lavapiés, por donde solía rondar Jamal Zougam. Recuerdo que hablé allí con un inmigrante ilegal marroquí de 20 años, en paro, que me dijo que los culpables del atentado de las Torres Gemelas en Nueva York eran seguramente "los judíos". Reconoció francamente que se ganaba la vida como delincuente, porque -me explicó- no podía obtener los papeles necesarios para trabajar.

El pañuelo en la escuela

¿Cómo integrar a esos inmigrantes musulmanes en nuestras sociedades? ¿Diciéndoles que sus hijas no pueden llevar pañuelo en la escuela? Un grupo que se autodenomina los Siervos de Alá acaba de enviar al primer ministro francés una carta abierta en la que denuncia la prohibición del velo y la considera "una declaración de guerra al mundo musulmán". Sin embargo, batirse en retirada ante este tipo de amenazas también es un error.

Hay que tener en cuenta, además, todo el programa de reformas en Oriente Próximo, desde Marruecos hasta Irán. Teníamos que haber empezado por el conflicto palestino-israelí, que sirve más de reclamo que Irak a Al Qaeda. En este aspecto no va a suceder gran cosa hasta después de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, pero, el 3 de noviembre, Europa debería estar llamando por teléfono al presidente electo, se llame Kerry o Bush, para decir con una sola voz: esto es lo que tienen que hacer. Un año después, tal vez preferiríamos no haber ido a Irak. Aunque un análisis detallado indica que el Gobierno de Bush, probablemente, lo habría hecho de todas formas, podemos criticar a Blair por haberse sumado con tanto entusiasmo. No obstante, ahora que estamos allí, sería un crimen, una locura contraproducente, desear el fracaso de la reconstrucción democrática del país. Para los europeos tiene una importancia todavía más vital que para los estadounidenses.

Éstas no son más que algunas de las cosas de las que deberíamos estar hablando. Y, sin embargo, no lo estamos haciendo. Dicen que, mientras el Titanic se hundía, la orquesta siguió tocando. Nosotros no hacemos aguas todavía; sólo nos ha rozado un iceberg pequeño. Pero los vigías y la tripulación tienen la mirada fija en el puente, donde el teniente de navío español está peleándose con el oficial de cubierta británico, el cocinero italiano se dedica a hablar mal del ingeniero estadounidense y el guardiamarina francés se recrea en el espejo, mientras delante nos aguardan icebergs mucho más grandes.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

Tienda de ropa en el barrio madrileño de Lavapiés.
Tienda de ropa en el barrio madrileño de Lavapiés.CRISTÓBAL MANUEL

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