"Algunas arias de ópera son como canciones pop"
Está mucho más canoso, pero no ha perdido la capacidad de explotar de pronto en una carcajada de tímido, casi infantil. No en vano David Byrne (Dumbarton, Escocia, 1952) titula su nuevo disco Growing backwards (creciendo hacia atrás). El tiempo pasa sin que este inquieto músico, productor discográfico, director de cine, artista plástico, fotógrafo, en fin, creador en el más amplio sentido de la palabra, tenga en sus manos nuevos proyectos. Empieza dentro de unos días una gira por cuatro ciudades españoles para presentar un álbum en el que, junto a un puñado de canciones pop en su inconfundible estilo, interpreta dos piezas de óperas de Verdi y Bizet.
PREGUNTA. Su nuevo álbum transpira una atmósfera ligera y alegre.
RESPUESTA. Es algo difícil de hacer en estos tiempos. Las letras son quizá más realistas o críticas que la música, que va por otro lado, es más ligera, sí. Es la melodía la que da esa sensación de optimismo o de humanidad. En algún momento, al darme cuenta de esto, pensé que tal vez estaba haciendo este disco para mí, porque son tiempos oscuros. Quizá pueda hacer un comentario más natural o tenga una reacción a ello en los textos, pero en la música ofrezco una alternativa, una salida. Una salida a tiempos que también se avecinan oscuros.
P. Me sorprendió el disco no porque sea luminoso en tiempos oscuros, sino porque todo parece más oscuro al lado de esta música. ¿Estaba usted en un momento tranquilo de su vida?
R. En parte fue así, muchas cosas habían cambiado en ese momento: en lo personal, con mi familia; con mi discográfica, estaba con Virgin y ahora estoy con Nonsuch; con mi propia compañía Luaka Bop, los cambios en Virgin me afectaron y ya no podía permitirme continuar, o sea que lo dejé y ellos siguen con el sello, pero sin mí.
P. En los últimos años, y a causa de su sello Luaka Bop, estuvo en contacto o en busca de la música de nuevos artistas de varios países, sobre todo latinoamericanos y brasileños, y en muchas ocasiones cantó en esos álbumes. Sin embargo, su nuevo trabajo suena ciento por ciento David Byrne. No se nota ningún residuo de aquellas músicas.
R. Bueno, quizá haya un poco. Algo muy sutil y muy integrado en la música, nada obvio. Creo que es raro que no hayan calado esas músicas en mi trabajo. Puedo rastrear influencias más antiguas de compositores como Cole Porter o Irving Berlin, de algunos brasileños o de la canción del sur de Italia. Eso en el sentido melódico, pero no es muy evidente, las canciones no suenan de esa manera.
P. Usted sigue fiel a la música pop. ¿Se sigue encontrando cómodo en ese lenguaje?
R. ¿El pop melódico? Mmmm. Sí. Las canciones son una tradición, y lo acepto. Tal vez yo sea parte de esa tradición. Es como la narración, una tradición que empieza en la literatura y sigue en el cine y otros medios. No hay demasiados cambios. Las canciones tampoco se pueden cambiar demasiado, hay algo genético. Pero también puedo hacer música experimental o atmosférica, como la banda sonora que hice el año pasado para el filme Young Adam, dirigida por David Mac Kenzie.
P. En una segunda escucha de su disco llegué a pensar que podían ser los temas de un musical.
R. (Ríe) Ya me lo han dicho, aunque a mí no me lo parece. Una vez me propusieron escribir un musical, pero de música disco con gente bailando todo el tiempo. Tal vez en un futuro...
P. No es su género favorito, ¿verdad?
R. Bueno, siempre pensé que era lo único a lo que jamás me acercaría. Odio eso de mezclar la actuación con el baile y la canción por medio. No puedo soportarlo. Aunque en los musicales más clásicos las letras de las canciones son magníficas. Y no es que no haya podido tomar prestadas ideas para algunos de mis espectáculos, pero las letras que yo escribo son muy distintas de las que se suelen usar ahora en los musicales.
P. Pero la ópera sí parece gustarle. En este disco canta usted 'Au fond du temple saint', de Les pêcheurs de perles, de Bizet, y 'Un di felice, eterea', de La Traviata, de Verdi. ¿Cómo se ha atrevido a hacerlo?
R. No soy un gran aficionado a la ópera, apenas he ido unas cuantas veces. Pero algunas de estas arias son como canciones pop para mí. Son canciones increíbles, que te apetece cantar a solas. De alguna manera es como si hubiesen sido secuestradas de la gente por los cantantes de ópera, como si sólo ellos estuvieran autorizados a interpretarlas en los templos sagrados de los grandes teatros. No creo que ésa haya sido la intención original cuando fueron escritas. La gente las cantaba por las calles. Verdi tiene una raíz popular. Y Puccini. Aunque no creo que la gente cante Wagner en los cafés.
P. Viene usted de gira y, por lo general, no suele limitarse a un espectáculo convencional de banda pop. ¿Qué personaje piensa adoptar en esta ocasión?
R.Todavía no lo sé. Estoy trabajando con una serie de trajes y disfraces para toda la banda. No tengo gran presupuesto para escenografías o efectos de luces, pero quizá pueda decir algo con nuestro aspecto.
P. Dice que estamos en tiempos oscuros. Usted, que siendo escocés es uno de los neoyorquinos más famosos, ¿cómo se siente ahora al vivir en Nueva York, siendo y no siendo un ciudadano americano?
R. Siempre sentí alguna distancia que se manifestaba en cosas pequeñas como la forma en que comen. Los americanos comen con una mano y yo con dos. O con los dedos. Siempre sentí una ligera distancia, pero era normal. Incluso bueno. Pero en los últimos tres o cuatro años me he sentido alienado incluso de Nueva York. Después del 11-S hubo un breve periodo de hermandad que fue maravilloso. Pero luego aparecieron las banderas. Por todos lados. Los periódicos dejaron de ser críticos. La consigna era: debemos apoyar a América. Lo que se traducía por: debemos apoyar a George Bush. Fue entonces cuando sentí que no pertenecía a ese lugar. Éste no es el país en el que deseo estar. Siempre había pensado eso de algunas partes de Estados Unidos. Sin embargo, soy optimista. Las cosas están cambiando poco a poco. Es que están asustados. Y en esas circunstancias la gente inteligente puede hacer cosas muy estúpidas. Ésa es siempre una sorpresa. He visto gente que consideraba muy brillante que de pronto decía unas cosas... No me lo podía creer. Estaban siendo arrastrados por una ola emocional, por toda la situación. Y como eran inteligentes, intentaban justificarlo.
David Byrne actuará el 28 de marzo en Gijón (teatro Jovellanos), el día 30 en Málaga (teatro Cervantes), el día 31 en Lorca, Murcia (teatro Guerra) y el 2 de abril en Madrid (Aqualung).
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