Guillermo Marcel, 'Don Tú', pionero del mecenazgo deportivo
El mecenas deportivo, Guillermo Pedro Crisólogo Isidro Marcel Ordines d'Almedrà Puig Fonts dels Olors Amer Prohens de s'Horta, quien se dejaba llamar popularmente Don Tú, fue enterrado el 15 de marzo en Felanitx, tierra de Mallorca en la que él y sus ancestros fueron grandes terratenientes.
Guillermo Marcel, un personaje muy dadivoso, alentó en los años 1950 y 1960 equipos de fútbol, fichó jugadores, patrocinó peñas y clubes ciclistas y convocó vueltas y retos entre estrellas, en su isla y Cataluña. Fue directivo del Mallorca en la época del primer esplendor en el ascenso a Primera y asumió la ficha de su estrella Hugo Villamide.
Don Tú desbordaba el arquetipo novelesco. Vivió décadas en el esplendor, como uno de los últimos señores antiguos que contaban sus cosechas rodeados de rentas, glorias, deudas y sirvientes. Vio el súbito paso desde la edad media a la modernidad turística y las urbanizaciones que despedazaron sus posesiones y generaron a otros millones y millones de euros.
Nacido en 1925, falleció de traumatismo craneal el pasado día 13, tras otra de las caídas que laceraban un cuerpo castigado por los excesos, su concepto de la amistad y el placer: "Viví para disfrutar gastando dinero", decía. Regaló solares para contratar a los mejores jugadores, a los que primaba por objetivos y goles en los campos de tierra.
Amante del teatro y la ópera viajó en pos de Verdi. Se proclamaba "hijo único, mimado, malcriado, terco y con los años malhumorado y desconfiado". Era un buen tipo, un ex potentado posiblemente fuera de época, en nada nostálgico por el desvanecimiento de su mundo y su fortuna. Nunca hizo un negocio y los sábados salía de tertulia y almuerzo con sus amigos de quinta -ellos emprendedores multimillonarios- José María Lafuente, Jordi Rosselló y Antonio Fontanet.
Marcel divirtió a miles de aficionados al deporte y a decenas de amistades. Poseyó un imperio de miles de hectáreas, casas y casales palaciegos heredero de un patrimonio de mercaderes y propietarios y ahora vivía de las rentas de su última posesión: una cantera de mil metros en una finca de 14 cuarteradas que tuvo más de 1.000. "No es verdad que menos da una piedra. Yo sólo trabajé para no trabajar", alardeaba.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.