El truco de las armas de destrucción masiva
Bush supo antes de la guerra que la CIA y la inspección de la ONU cuestionaban sus datos
Cuando el presidente norteamericano, George W. Bush, esgrimió la existencia de armas de destrucción masiva (depósitos de armas químicas, biológicas y nucleares) en Irak para desencadenar, la noche del 19 al 20 de marzo de 2003, la guerra contra Irak tenía consciencia de que la mayoría de los datos que aportaba para justificar la acción armada eran fuertemente contestados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), otros servicios de inteligencia como el INR del Departamento de Estado, y, también, por los inspectores de Naciones Unidas al mando de Hans Blix y por los del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Mohamed el Baradei. No ha habido que esperar a los resultados de la búsqueda infructuosa de dichas armas para saber que Sadam Husein ya no representaba, hacía muchos años, un peligro, ni para sus vecinos en la región ni mucho menos para EE UU, Reino Unido o España, por citar a las tres naciones que promovieron la guerra.
Sadam no representaba un peligro, ni para sus vecinos en la región, ni para EE UU
¿Cómo se sostiene esta acusación? Por una parte, las comparecencias del director de la CIA, George Tenet, en los comités de Inteligencia del Senado o en el de los Servicios Armados, que se han multiplicado a lo largo del último año, dan pistas sobre lo que pasó antes de la guerra con las declaraciones del presidente Bush y las de su vicepresidente, Dick Cheney. Pero, por otra parte, los hallazgos de Hans Blix y Mohamed el Baradei, antes de la guerra, que llegaron al Departamento de Estado y a la Casa Blanca, ya suponían un principio importante de contradicción que la Administración de Bush conoció y decidió ignorar porque ello llevaba a dar marcha atrás en el objetivo de la guerra.
El 5 de febrero de 2004, Tenet explicó, en la Universidad de Georgetown, en Washington, su relación con el presidente Bush antes de la guerra: "Puedo decirles con certeza que el presidente de Estados Unidos obtiene su información de inteligencia de una sola persona y de una institución: yo. Y me dijo firme y directamente que quería que fuese honesta y que nunca le presentara hechos deformados. Y esto es lo que hacemos cada día".
El 9 de marzo, ante el Comité de Servicios Armados del Senado, Tenet informó que "no supo hasta la semana anterior [esto es, primeros de marzo]" que en agosto de 2002 se había celebrado una reunión completamente inusual por colaboradores de Douglas Feith, el subsecretario de Defensa para política, con altos asesores de Cheney y de Bush. En esa reunión informativa se subrayó la existencia de pruebas sobre los vínculos existentes entre Irak y Al Qaeda, lo que contradecía el punto de vista de la CIA en el sentido de que las citadas relaciones no podían ser verificadas. Tenet reveló que había llamado al vicepresidente Cheney al menos en tres ocasiones para corregir.
Precisamente: el 26 de agosto de 2002 es la fecha en la que ex analistas de la CIA sitúan el comienzo de la campaña contra Irak. Es el caso de Ray McGovern, quien trabajó 27 años en la agencia. "El 26 de agosto es el punto de partida, lo que dirá después la CIA, en octubre de 2002, coincidirá con lo que quería Cheney", declaró McGovern a EL PAÍS en una entrevista.
Bush y Cheney ya habían formado para esas fechas una especie de CIA paralela, la llamada Oficina de Planes y Política, en el Pentágono, que recolectaba sus informaciones entre los miembros del Congreso Nacional Iraquí, una organización de exiliados dirigida por Ahmed Chalabi. En la presunta compra de uranio enriquecido de Irak a Níger, tanto Bush como Cheney tuvieron tempranamente noticia de que se trataba de un montaje, entre otras cosas, porque la CIA envió en febrero de 2002 al diplomático Jospeh Wilson a Níger para verificar los datos y volvió con un informe negativo. No hubo que esperar al 7 de marzo de 2003, fecha en que Mohamed el Baradei denunció que los presuntos contratos de esa compra no eran auténticos, para saberlo. La propaganda sobre esta eventual intención de comprar uranio para fabricar armas nucleares fue usada durante meses para justificar la guerra.
Tenet también llamó a Cheney para protestar por el tema de los laboratorios móviles, que, según Cheney, se usaban para fabricar armas biológicas. Con todo, Powell volvió a hablar del asunto el 5 de febrero de 2003, con Tenet a sus espaldas. Hans Blix da cuenta en su libro Desarmando a Irak de que los gobiernos que promovieron la guerra sabían que exageraban y distorsionaban los hechos.
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