FRANCISCO JAVIER RODRÍGUEZ SÁNCHEZ / Las dos caras de la vida
Sindicalista, 52 años. Seguridad y riesgo. Francisco era experto en ambas cosas. Lo mismo soltaba una charla sobre prevención de accidentes laborales, que se iba a Pirineos a hacer rafting. Lo seguro y lo arriesgado eran para él partes indisolubles de la vida. Sindicalista de pura cepa, trabajaba desde hacía tres décadas en la madrileña calle de Alcalá, en la CECA (Confederación de Cajas de Ahorro). Pertenecía al comité de empresa y se encargaba de salud y prevención laboral. Muchos le recuerdan estudiando normas, medidas, terminología... Estaba preparado para dar cursillos de seguridad por toda España; para intentar evitar que los trabajadores se accidentaran o murieran en vano. En lo familiar, Francisco tenía tres hijos (Javier, Jorge y Carolina), se había divorciado cuando éstos eran púberes y mantenía una relación cordial con Isabel, su primera esposa. Vivió solo con los dos varones durante ocho años hasta que encontró otra compañera, Maribel, también ugetista en Alcalá de Henares, donde residían. De esta relación nació su cuarto retoño, Diego. "Siempre estuvo encima de nosotros", dice Javier, "si salíamos de copas y regresábamos de madrugada, ahí estaba él, esperándonos, con el vaso de leche en la mano".
Sus colegas lo describen con una frase: "Medía más de metro ochenta, era corpulento tanto en lo físico como en lo mental". Un hombre de convicciones, que el fin de semana movía a sus hijos de acá para allá y se iban a practicar
rafting, barranquismo, piragüis-mo. "Tenía su barriguita, pero se conservaba en forma", dice Javier. UGT, todo Alcalá y muchas personas de izquierda se volcaron en su entierro. El único consuelo, decían algunos, es que Francisco no ha vivido la mayor de las tristezas. Saber que murió acompañado. Junto a él viajaba su hijo Jorge. Iban juntos cada día a Madrid. Uno a estudiar; otro, al tajo. Tan juntos como cuando participaban en manifestaciones o en acampadas contra la guerra. Contra todas las guerras.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.