ABEL GARCÍA ALFAGEME / Una estrella Alfa
Abel García Alfageme, Alfa para los amigos, era mecánico de ascensores en una constructora. El pasado jueves cumplía 27 años. Hacía cinco meses que había entrado en una nueva empresa, e iba cada día a trabajar en un tren de cercanías desde Parla a la zona norte de Madrid, pasando por Atocha.
Su novia, Miriam, trabajadora social en una ONG, comenta que se mostraba "muy ilusionado con ese empleo porque quería estar en una compañía grande, tener un contrato estable y seguridad en sus condiciones de trabajo". Vivían en el piso de ella desde hacía más de dos años, pero habían empezado a pagar una nueva hipoteca hacía año y medio porque "él quería vivir en una casa con ascensor para no tener que subir la compra hasta el tercero".
Rivas y César, El Orejas, recuerdan las noches de juerga en El Callejón del Gato, las cenas con Miriam y Abel, las sesiones de videoclub. "Alfa era un apasionado del cine, le gustaba cualquier peli buena, fuese comercial o no, también el cine Dogma. No Schwarzenegger", dice su amigo de toda la vida, Stiffy. El 2 de abril, él y su grupo de teatro pensaban estrenar La primera piedra, una adaptación de El gran teatro del
mundo, de Calderón de la Barca, en la sala Jaime Salom de Parla.
Francisco, su padre, comenta cómo de niño Abel "iba al Rastro con el jornal que yo le daba cada semana y traía libros. Se los comía". También tocaba la guitarra. La música era otra de sus pasiones. El jazz, el blues... y las estrellas.
"Le encantaba el espacio, los planetas, las cosas de la NASA... Quería que un amigo le pintara un cuadro de la superficie de Marte", cuenta Rivas. En astronomía, a las estrellas más brillantes de un sistema se las denomina Alfa. Abel era Alfa.-
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