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Reportaje:

Otelo en Vilnius

Juicio en Lituania contra Bertrand Cantat, acusado de matar a Marie Trintignant

Las emisoras de radio y las televisiones francesas olvidaron ayer por unos instantes el drama de Madrid para prestar atención al primer día del juicio contra Bertrand Cantat, el cantante del grupo Noir Désir y amante y asesino de la actriz Marie Trintignant. Cantat está acusado de matar a Marie a golpes la noche del 26 al 27 de julio de 2003 en una habitación del hotel Domina Plaza de Vilnius. En el palacio de justicia de la capital lituana y en una sala de reducidas dimensiones, los magistrados Vladimiras Serguejevas, Virginija Svediene y Linas Zukauskas escucharon ayer las declaraciones del cantante y de Nadine Trintignant, la cineasta y madre de la víctima.

Cantat parecía muy pálido y emocionado. Tuvo que interrumpir en dos oportunidades su discurso a causa del llanto. "Se ha expresado de manera emotiva pero serena, se ha comportado como el acusado ideal. Es un hombre inteligente y cultivado", decía el abogado de la familia Trintignant tras oír a Cantat. "No soy yo quien tiene que decir si Cantat es sincero o no, pero los familiares de Marie no le creen". Lo cierto es que el testimonio de Cantat fue el de un hombre arrepentido, que repitió una y otra vez que amaba a Marie. Pero la noche de autos los celos le hicieron perder la cabeza. Los celos y el alcohol. "Es cierto, había bebido mucho", admitió el cantante. Y lo que no soportó fueron los mensajes cariñosos que Samuel Benchetrit, el anterior esposo de Marie, le enviaba a su amada por teléfono, máxime cuando él procuraba alejarse sentimentalmente de su mujer Kristina. "Ese misma día le había pedido a Kristina que dejase de llamarme. Había estado muy seco con ella". Y Cantat no admitió que Marie no hiciera otro tanto con Samuel.

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Según Nadine Trintignant, su hija nunca perdía la calma. Según Cantat, aquella noche Marie explotó: "Nunca la había visto de aquella manera. No la reconocía. Estaba fuera de sí y me puso fuera de mí. Me insultó, insultó a Kristina y a mis hijos, se metió con mi vida antes de conocerla, fue muy dura". Luego, según Cantat, vino un forcejeo, la caída de los dos. A él se le nubló la razón. "La abofeteé dos veces". Los jueces, cuentan las radios, le han pedido que precisara físicamente su gesto. El repetido va y viene del brazo permite imaginar un máximo de cuatro golpes. La autopsia ha detectado 19 golpes.

Marie murió cuatro días más tarde. Esa noche entró en coma y Bertrand no se dio cuenta de ello. O no quiso darse cuenta. Si le hubieran prestado atención médica urgente, quizás hubiera podido salvarse, pero cuando llegó al hospital los daños cerebrales ya eran irreversibles.

En tres días Cantat sabrá si es condenado a 15 o 6 años de reclusión, según se estime su grado de responsabilidad en el momento de la pelea y según aparezca que había o no voluntad de causar daño. De momento los asistentes al juicio están sorprendidos ante la capacidad de transmitir emoción de Cantat. El hecho de tener que ser traducido no le ha impedido repetir, una y otra vez, su amor desesperado a la mujer que mató. "Hubiera tenido que irme, nunca hubiera debido hacer eso", repite, al tiempo que busca la mirada de la madre, el hermano y el hijo de Marie: "No fue el odio lo que la mató. Sé que no me escucháis, que no podéis hacerlo. Sólo quisiera haceros llegar mi desesperación. Comprendo vuestro dolor". Mientras, Nadine toma notas en un cuaderno. Siempre detrás de grandes gafas oscuras.

Nadine Trintignant, madre de la víctima, durante el juicio.
Nadine Trintignant, madre de la víctima, durante el juicio.REUTERS
En la fotografía pequeña, el acusado, Bertrand Cantat.
En la fotografía pequeña, el acusado, Bertrand Cantat.REUTERS

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