Chaves advierte a su partido de que la mayoría absoluta no es sinónimo de un cheque en blanco

"Aunque soy consciente del enorme caudal de confianza que han depositado los andaluces en el PSOE y en mi, si bien me han dado la mayoría absoluta no me han dado un cheque en blanco". Con esta frase el presidente de la Junta en funciones y secretario general del PSOE de Andalucía, Manuel Chaves, quiso espantar las dudas acerca de cómo va a gestionar un Gobierno que estará apoyado por 61 diputados de los 109 del Parlamento. Chaves comenzó a preparar ayer su discurso de investidura en el que ofrecerá diálogo político y social y propondrá una ponencia para la reforma del Estatuto.

La ejecutiva regional socialista analizó ayer los resultados obtenidos el pasado domingo, los cuales, se miren por donde se miren, suponen un amplísimo respaldo al PSOE en las ocho provincias y en las zonas urbanas y del interior. Hay tres datos que facilitaron los socialistas que echan un poco para atrás: el PSOE fue el más votado en 710 de los 770 municipios de Andalucía; en 17 de los 24 con más de 50.000 habitantes; y en ocho de las 12 poblaciones con más de 100.000 habitantes. "El tópico de la distinción del voto urbano y rural ha saltado por los aires", dijo Chaves.

El socialista garantizó que administrará este "enorme caudal de confianza" desde el diálogo, la negociación y el consenso, sin "prepotencia ni arrogancia" y siendo consciente de que los ciudadanos no le han dado un "cheque en blanco", porque el voto que ha recibido ha sido "plural" ideológica y sociológicamente.

El secretario general desvío con cortesía pero de manera firme todas las preguntas sobre posibles cambios en el Gobierno y en el grupo parlamentario, aunque dio algunos brochazos. Chaves afirmó que piensa mantener la Consejería de Turismo, pero no contestó si mantendría la de Relaciones Institucionales, las dos carteras que tenían los andalucistas en los Gobiernos de coalición. Tampoco aclaró si va a haber una vicepresidencia, algo por lo que no ha optado nunca en sus cuatro ejecutivos anteriores; y explicitó su deseo de que aunque será un gobierno "monocolor" va a contar con "personas independientes de valía". También reiteró que su gabinete será paritario. Lo que sí dejó claro es que no quiere interferencias de las direcciones locales a la hora de nombrar consejeros: "Será un gobierno que decidiré únicamente yo, con mi almohada". Chaves tampoco despejó si habrá cambios al frente del grupo parlamentario, una decisión que no sólo descansa en él, sino en la ejecutiva regional del PSOE.

El líder socialista todavía no se ha puesto a pensar en los nombres, pero fuentes próximas dan por hecho de que mantendrá el criterio que siempre ha primado de no contar con los secretarios generales provinciales en su Ejecutivo, una norma que tiene una excepción con Gaspar Zarrías. Chaves tiene que encajar muchas piezas en los nuevos equipos, pero sobre todo cuatro, consideradas claves, con estos nombres y apellidos: Mar Moreno, vicesecretaria general; Gaspar Zarrías, consejero de la Presidencia; José Caballos, portavoz parlamentario desde 1994; y José Antonio Griñán, cabeza de lista por Córdoba y ex consejero de Salud. Y en el gobierno sólo hay tres departamentos considerados

políticos: Presidencia, Economía y Hacienda, y Gobernación.

Los socialistas ya empiezan a hacer cábalas del destino de estas cuatro personas, pero ninguno ha escuchado nada en boca de Chaves. La elección de la Mesa del Parlamento y del grupo parlamentario dentro de 14 días despejará algunas incógnitas de los que pueden ir al Ejecutivo o a la dirección del grupo.

El presidente de la Junta en funciones comunicará en su discurso de investidura sus primeras medidas de gobierno, un anuncio que iba a hacer el pasado jueves cuando la campaña se suspendió por la matanza terrorista de Madrid. No obstante, entre sus prioridades se encuentra abrir las negociaciones para la concertación social con empresarios y sindicatos y la creación de una ponencia parlamentaria para la reforma del Estatuto de Autonomía, cuya mayor interrogante es saber si se sumará el Partido Popular. "Ya veremos" era la respuesta de los conservadores en la campaña.