La carrera por seducir a EE UU
Lejos de provocar el rechazo de EE UU la invasión de Irak ha suscitado una carrera de los regímenes del Magreb por seducir o, en el caso de Libia, reconciliarse con la única superpotencia. Por eso el coronel Gaddafi anunció, en diciembre, que renunciaba a disponer de armas de destrucción masiva.
Tal actitud no se debe sólo al reconocimiento del poderío de Washington, sino al convencimiento de que su ayuda puede serles útil en la lucha contra el terrorismo islamista que les golpea.
Atendiendo a esta demanda, la Administración de Bush ha incrementado su cooperación militar con Marruecos, Túnez y Argelia en cuyo sur dersértico proyecta, según The New York Times, instalar una estación de escucha.
Este acercamiento tiene también una vertiente económica que, en realidad, es política. Por eso EE UU acaba de conceder a Argel el régimen de preferencias generalizadas y ha concluido con Rabat un acuerdo de libre comercio.